Honradez, palabra de pase
La mujer del César no sólo
debe ser honrada, sino
además parecerlo.
Plutarco
Honradez
es la palabra de pase del próximo gobierno.
Como
en los lugares sagrados, aquellos en los que hay que quitarse las sandalias,
descalzarse, podría, toda proporción guardada, considerarse la próxima
administración gubernamental,.
En la
mayoría de los templos sólo entran quienes tienen derecho. Así debiera ser para
formar parte de un gobierno. La palabra de pase es un modo de acreditar ese
derecho, una forma de tener acceso. El santo y seña común.
Esta
vez —está demostrado en el discurso que los hechos deberán avalar—, tal palabra de pase es la honradez. Muy claro
lo ha dejado ya el próximo gobernador de Tabasco.
Y el
buen juez por su casa empieza. Arturo Núñez Jiménez sabe que la espada de la
justicia para el pueblo no se guarda en vaina
de seda. Mostró el filo a quienes pudieran ser sus colaboradores, los
integrantes del gobierno que iniciará el primero de enero de 2013,
advirtiéndoles que deberían ser honrados: "En mi sexenio en materia de corrupción no habrá
derecho a equivocarse. Quien lo haga y se le compruebe se le aplicará la ley;
si debe ir a la cárcel, irá".
Pero la honradez debe ser… y parecer. Nadie que tenga mala fama pública
debe aspirar siquiera a integrar el gobierno de la alternancia. No se puede
gobernar una entidad ganada en la democracia, con prácticas heredadas del poder
derribado. La mujer del César no sólo debe ser honrada sino, además, parecerlo.
No tiene necesidad Arturo Núñez de andar repudiando públicamente a
quienes sean sus colaboradores. Por eso, con tiempo, escoge cuidadosamente, analiza, a los que
caminarán con él este tramo sexenal de la historia de Tabasco.
Julio César, a quien Plutarco acredita la máxima de la honradez, en ese
caso en la fama de una mujer, de su esposa Pompeya Sila, hubo de repudiarla y
pedirle el divorcio aunque no la consideraba culpable. Pero la sola sospecha y
el hecho de que el pueblo tuviera suspicacias le hizo acuñar la terrible frase
de que las cosas no sólo deben ser, sino parecer.
Pompeya Sila era responsable de los ritos de Bona Dea, en lo que los
hombres no podían participar, pero Publio Clodio Pulcro, que la deseaba, logró
entrar al ritual disfrazado de mujer, tal era su enfermedad por la esposa del
César.
En la política, la honradez es el bien, la cualidad, que el gobernante
debe guardar con cinturones de castidad. El funcionario, como la mujer del César
en esa historia, no sólo debe ser honrado sino parecerlo.
Ni la corrupción ni la preñez pueden ocultarse. Por más que se intenten
maquillar las famas públicas.
Hacer casos a las advertencias, al discurso del próximo gobernante,
evitará casos como el que en estos tiempos es la comidilla de los días: la
presunta corrupción, la sospechosa honradez, del secretario de Asentamientos
Humanos y Obras Públicas, Héctor Peralta López, la principal cabeza que quieren
para la guillotina o la espada de Excalibur.
El funcionario alega su inocencia, aunque físicamente demuestra lo
contrario: su preocupación por lo que viene. Asegura —cinismo o prepotencia—
que tiene las manos limpias; que todo el dinero que se manejó en esa Secretaría
se hizo dependencia por dependencia; las obras de agua y drenaje, en Sapaet,
por señalar un ejemplo. Son los titulares de las direcciones de esa Secretaría,
según Don Héctor, los que tendrían que responder en caso de que se investigue.
—Pero hasta se dice que tienes una casa inteligente que cuando entras se
cierra como una ostra, como un bunker, para protegerte —decimos más en broma
que en serio.
Una sonrisa forzada se recibe por respuesta, aunque el semblante y hasta
la ropa que viste no refleja la confianza, la prepotencia y el poder con el que
se manejaba hace unos meses, antes que llegara la alternancia a Tabasco. No
parece no tan sólo lo honrado que se dice sino siquiera lo confiado que estaba
antes de que el PRI perdiera.
LADO CLARO
Tanto los que entrarán como los que salen, no sólo deben ser honrados,
sino parecerlo. Como Pompeya, la mujer del César.
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