RELIGIÖN / El proceso ha sido uno de los más rápidos de la historia
De venerable a beato y, pronto, santo
- Mañana Juan Pablo II será beatificado seis años y 29 días después de morir
- Venerable es quien ha vivido las virtudes cristianas 'de manera heroica'
- Un venerable será beatificado si se ha producido un milagro por su intercesión
- Al beato sólo se le puede rendir culto en la zona donde nació o ejerció su labor
- Para la canonización es necesario otro milagro después de su beatificación
- Al santo se le reconoce culto universal y se convierte en modelo público
- Se le atribuye el milagro de curar el parkinson a Sor Marie Simon Pierre
Turbobeato, en un proceso exprés de los más rápidos de la bimilenaria historia de la Iglesia católica. Mañana el Papa Juan Pablo II será elevado a la condición de beato tan sólo seis años y 29 días después de sufallecimiento, el 2 de abril del 2005. Supera en quince días a Teresa de Calcuta y se coloca sólo por detrás de algunos otros elegidos, como Francisco de Asís, elevado a los altares en 1228, dos años después de su muerte.
El Papa Wojtyla se encuentra a medio camino de la meta final de la santidad. Y es que el proceso de canonización consta de tres peldaños: venerable, beato y santo.
Venerable es el título que se da a una persona muerta que ha vivido las virtudes cristianas "de manera heroica". Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión. Un milagro que tiene que pasar el filtro de una instrucción canónica especial, que incluye el parecer de un comité de médicos y de teólogos. Al beato sólo se le puede rendir culto en la zona donde nació o ejerció su labor. En este caso, en Cracovia y en Roma.
Para la canonización es necesario otro milagro atribuido a la intercesión del beato y realizado después de su beatificación. Al santo se le reconoce culto universal y se convierte en modelo público para los creyentes de todo el mundo. En caso de martirio, es decir de aquellos que murieron por no renunciar a la fe católica, no se requiere milagro para ser beatificado, pero sí para ser canonizado.
Los pasos del proceso
Para iniciar un proceso de beatificación, el Código de Derecho Canónico exige que haya transcurrido un plazo de cinco años desde la muerte del fiel, aunque el Papa tiene la prerrogativa de saltarse esa norma. Eso hicieron, precisamente, Juan Pablo II con la Madre Teresa de Calcuta y Benedicto XVI con Juan Pablo II. En los últimos 10 siglos de la Iglesia Católica ningún Papa proclamó beato a su predecesor. El Papa Ratzinger lo hará con su amigo el Papa Wojtyla.
Un mes después de la muerte de Juan Pablo II, Benedicto XVI lo colocó en la parrilla de salida del proceso de beatificación. De junio de 2005 a abril de 2007, se realizó la investigación diocesana y los exhortos en otra diócesis sobre la vida, virtudes y fama de santidad y de milagros de Juan Pablo II.
En junio de 2009, examinada la Relativa Positio -instrumento que recoge toda la documentación relativa al caso-, nueve consultores teológicos de la congregación de Causas de los Santos dieron su parecer positivo sobre las virtudes del Siervo de Dios, siguiendo el procedimiento habitual. El 19 de diciembre de 2009, Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto de virtudes heroicas.
Una de las claves en la rapidez de todo el proceso estriba en la celeridad con la que se produjo el milagro. La postulación de la causa presentó la curación del Parkinson, la misma enfermedad del Papa Wojtyla, de la religiosa francesa Marie Simon Pierre Normand, del Instituto de las Hermanitas de la Maternidad Católica, a los pocos meses de fallecer el Papa.
Después de estudiar con la minuciosidad habitual las pruebas y la documentación del proceso completo, los expertos se expresaron a favor de la inexplicabilidad científica de la curación. Por último, el 11 de enero de 2011, se llevó a cabo la sesión ordinaria de cardenales y obispos de la congregación para las Causas de los Santos, que emitió un fallo unánime y afirmativo sobre la curación milagrosa de Sor Marie Simon Pierre.
Una vez que sea beatificado, hará falta la comprobación de otro milagro para que a Juan Pablo II se le declare santo y alcance la "gloria de los altares" de todo el mundo.
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