(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)
El mundo se le vino encima a Deyá
Tiempo de renovación es la Pascua, según el calendario judío y cristiano. Es el inicio de un nuevo ciclo y, con ello, la innovación de la fe, de la esperanza también en un mundo mejor. El mensaje –universal- nos atañe a todos. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Cómo vamos a corregir el rumbo?
Pero una cosa es la religiosidad, tal como cada quién la asuma, y otra lo que sucede en las cuestiones mundanas.
Así se tiene, por ejemplo, que en su gran mayoría las autoridades que entraron en funciones hace 16 meses, todavía no se percatan de que prácticamente ya perdieron la oportunidad de hacer bien su trabajo: no pocos de esos diecisiete principales, demostraron ser tanto o más mentirosos, marrulleros, corruptos e ineptos, en comparación con quienes les antecedieron en el cargo.
Y el colmo es que no pocos de ellos –sí, tú- andan calentándose la cabeza con la idea de que podrán ser candidatos el próximo año y que no importará su mal desempeño, pues los electores son, también, corruptos y/o muertos de hambre.
Sin embargo, hay casos en los que uno se sorprende, porque se sabe que no es que el niño al pizarrón lleve consigo, en el pecho, todas las perlas enumeradas. Por el contrario: se esperaba que pese a la compleja problemática heredada por su antecesor, él, por su capacidad, por su trayectoria, sacaría la casta.
Nos referimos a Luis Francisco Deyá, presidente de Jalapa, con la aclaración de que está muy claro que él, en su caso específico, nunca, en estos dieciséis meses, suspiró por la posibilidad de ser después diputado.
Obviamente, sabía muy bien en qué lío se metía. Hay que recordar que amenazó con retirarse de la presidencia municipal si en doce meses no lograba sacar al buey de la barranca. Debió hacerlo. Sí: debió haber solicitado licencia en diciembre o enero, antes de que el mundo se le viniera encima.
No tuvo el valor de hacerlo. En cambio, ha estado tomando una serie de decisiones equivocadas. Y muy pronto, tal vez en cuestión de horas, tendrá qué reconocer que nada le queda por salvar en Jalapa: ni siquiera el orgullo.
Veamos: en la consecución de una serie de pleitos domésticos, hace diez días, envió a un colaborador suyo a casa de Cosme Zurita, secretario municipal, para comunicarle que quedaba destituido, por considerar que el ex priísta incurrió en una traición al hablar de más y señalar como corrupta a la directora de Finanzas.
Ese mismo viernes, Deyá designó como nuevo secretario a Santiago Aguirre, un ex regidor que participó en la vida alegre de Antonio Priego. Simultáneamente, el ex edil salía glorioso del Creset.
De inmediato, todos los demás actuales regidores de Jalapa, a excepción del propio Deyá y de Roberto Priego, se instalaron en sesión de Cabildo; desconocieron al nuevo secretario y ratificaron como tal a Cosme Zurita.
Al mismo tiempo, el Cabildo exigió a Deyá que destituya, sí, a la directora de Finanzas, así como a otro funcionario. Los califican como saqueadores actuales del presupuesto de Jalapa. Es eso, o su propia renuncia, le mandaron a decir al alcalde.
Vino Semana Santa. Luis Francisco tuvo tiempo para tratar de componer las cosas. Durante ese lapso se escuchó la voz de Francisco Rullán, titular del Organo Superior de Fiscalización, quien acusó a aquél de no haber fundamentado bien el proceso legal en contra de Antonio Priego, situación que facilitó que éste ganara el pleito y quedase en libertad.
Así llegamos a este lunes. Queremos suponer que tempranito se aparecerá Luis Francisco para fijar su postura respecto a todo esto. O de plano para anunciar que tira la toalla. Mientras tanto, ex colaboradores del edil de su misma filiación partidista –para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo- le están organizando para mañana martes una manifestación y toma del Palacio Municipal.
¡Ah! Pero nos falta comentar un dato relevante: quién es la directora de Finanzas a quien Luis Francisco Deyá insiste en sostener a toda costa en el cargo y por la cual ya unió en contra suya a regidores de todos los partidos, incluido el PRD.
Se trata de Aura Lluvia García, a quien el Organo Superior de Fiscalización tiene embargada una propiedad y mantiene en proceso de inhabilitación administrativa, en virtud de que se le considera coautora del saqueo al erario de Macuspana, donde se desempeñó también como directora de Finanzas, bajo la alcaldía de Ramiro López Obrador.
Recordemos que el caso de Ramiro se encuentra pendiente de un desenlace penal, luego de la reprobación de su última cuenta pública, en la que se acreditó un fraude por 50 millones de pesos, cometido mediante el proyecto Macuspana Siglo XXI. La señora García está involucrada en el manejo de esos recursos no justificados.
¿Por qué la terquedad suicida de Deyá al sostener en el cargo a la directora de Finanzas?, es pregunta que todos formulan en Jalapa. Adicionalmente, el alcalde trae fuerte pleito, desde hace bastante rato, con el presidente de su partido, Javier May.
Pero los problemas de Luis no son sólo de índole político: con el argumento de que carece de presupuesto que le permita atender las necesidades de los jalapanecos, el presidente muy rara vez se aparece por sus oficinas, situación que motiva el reproche de sus conciudadanos.
Y la puntilla: las últimas declaraciones de Rullán lo muestran –ser o no ser no es el dilema- como cómplice o promotor del manto de impunidad que ya cubre al “Laureano Brizuela” de Jalapa.
De los apuntes
Al funcionario de cuarta que se placeó en el Viacrucis de Tamulté sólo le faltó azotarse la espalda. Qué falso.
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