Visión Citadina: Andrés Llanos Córdova / Columna / Mar 02

(Publicado en el Programa Tellerreportaje)

VISIÓN CITADINA

Aunque el gobierno del estado reconoce tener una deuda pública de alrededor de 3 mil millones de pesos, reconocidos personajes políticos, con contactos al interior del gobierno granierista; aseguran que la deuda de Tabasco es cercana a los 6 mil millones. Lo que representa un brutal incremento de la deuda pública; sobre todo si consideramos que en 2007 al inicio de la presente administración, dicha deuda alcanzaba los 1, 200 millones.

Sería ilógico preguntar por qué está ocurriendo esta grave situación, donde el gobierno estatal se niega a reconocer la quiebra financiera que está ocasionando. Antes era impensable que hubiera problema para el pago de la nómina de los burócratas, o de los maestros, mucho menos para la cobertura de percepciones como el aguinaldo.

Todos hemos sido testigos del derroche a través de regalar a diestra y siniestra, carros, bicicletas y un sinfín de cosas, meros paliativos de las necesidades. Además de los altos sueldos de los funcionarios de primer nivel, los famosos bonos de fatiga y muchos actos de corrupción; por parte de quienes detentan el poder actualmente y que prometieron frenar los vicios de sus antecesores.

Por ello es lógico estar en esta penosa situación de endeudamiento excesivo, pues el despilfarro acumula ya treinta años. Además es un error ejercer el gobierno, pensando que se es Santa Claus o Rey Mago. No es posible dilapidar los recursos públicos, sin pagar las consecuencias.

Lo cierto es que los gobernantes de hoy, serán los empresarios de mañana en estados vecinos como Campeche; donde por cierto vive el ex gobernador Andrade, desarrollando actividades empresariales con una aerolínea regional de su propiedad. Los ciudadanos tabasqueños simplemente cargarán con una deuda mayor, sin nada saber del dinero gastado o por qué.

Es urgente cambiar las formas de hacer política en Tabasco, el régimen imperante agobia cada vez más, la vida social y económica de los tabasqueños. Ante este escenario, más vale un cambio a tiempo, ordenado y democrático, que una revuelta incontrolable.