@fer_vazquezr
“Es tiempo de
hablar”
(martes 9 pm, Canal 10
Cablecom)
Móvil
político
Hará una tercia de
meses que supe de una versión: a Gustavo Rosario Torres lo habían amenazado de
muerte. Sin pronunciar palabra alguna, un sujeto lo sorprendió en la puerta de
su casa y le puso una pistola en la frente. Después el agresor simplemente
enfundó y se retiró a toda prisa sin llevarse un solo objeto.
Ni una palabra para
que el mensaje fuera contundente. Ni un solo objeto para que estuviera
completamente claro que no se trataba de un asalto. Ante la intimidación el ex
Procurador habría salido unas semanas del estado aunque luego decidió
regresar.
En estos tiempos de
violencia exacerbada por todo el país, ninguna versión de este tipo es
inverosímil. De cualquier modo, el atentado contra Gustavo Rosario ocurrido la
madrugada del domingo 20 de mayo habla por sí mismo.
No fue un atentado
contra la casa del ex funcionario, como se ha dicho. Fue un claro atentado
contra su persona. No fue tampoco un mensaje o una advertencia, fue ya un
intento de terminar con su vida, porque de haber estado el ex Procurador en su
domicilio, en uno de los sitios donde estalló alguna de las tres granadas, el
desenlace hubiese sido funesto.
Hay razones para
pensar que el atentado tiene implicaciones políticas y que no se trata de un
acto relacionado con el crimen organizado o con delincuentes que busquen
vengarse por la actuación de Rosario Torres cuando era Procurador de Tabasco.
¿Por qué? Es sencillo de explicar.
Gustavo Rosario estuvo
al frente de la Procuraduría estatal desde el inicio de la actual administración
hasta su renuncia el 23 de julio de 2008. De vuelta a su calidad de ciudadano,
fuera de los circuitos oficiales, fue señalado de tener vínculos con el
narcotráfico.
La acusación provino
de José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo Ciudadano para la
Seguridad Pública y Justicia Penal, quien hizo públicas unas grabaciones de
supuestos diálogos sobre dinero y droga entre Rosario y el ex subprocurador Alex
Álvarez, quien después sufriría un atentado. Gustavo Rosario negó los
señalamientos y ofreció someterse a cualquier investigación.
En los meses
posteriores salió de la escena pública aunque era común encontrarlo en cafés, a
plena luz del día, prácticamente solo. Por ese tiempo hubo algunos hechos
encaminados a desprestigiarlo, como la distribución masiva de un CD con
narcocorridos. La carátula del disco contenía una foto en blanco y negro del
exprocurador con el título en rojo: “El corrido del Procu”.
El año pasado, sin
embargo, se le ubicó en algunos eventos públicos al lado del gobernador Andrés
Granier, quien lo presentó como su “asesor personal”. Y hace poco, hace muy
poco, una foto sorprendió la escena pública estatal: Gustavo Rosario apareció
desayunando con Arturo Núñez Jiménez, el ahora candidato a la gubernatura del
Movimiento Progresista (PRD-PT-MC).
El punto es que si
miembros del crimen organizado o delincuentes vengativos hubiesen querido
aniquilar al ex Procurador, quizá lo hubiesen podido intentar cuando se movía
por la entidad sin mayor preocupación. Pero el atentado ha ocurrido justamente
ahora que se habla de una simpatía de Gustavo Rosario hacia el candidato de la
izquierda.
Al referirse al tema,
el propio Núñez no descartó que el atentado pudiese tener un trasfondo político.
Para ilustrar su apreciación, expuso: “En Tabasco, con el dinosaurio herido y a
punto de perder el poder, son capaces de todo”.
Lo cierto es que
cuando ocurre un hecho de esta magnitud, lo primero que las autoridades buscan
es saber si el agraviado tiene enemigos o adversarios. Desde esta perspectiva,
quizá tendrían que abrir una línea de investigación contra Humberto Mayans,
porque es público que Gustavo Rosario y el ex secretario de Gobierno sostienen
diferencias agudas por el poder desde hace décadas.
Que no se
malinterprete: nadie culpa a Mayans, pero siendo un adversario político de
Gustavo Rosario, con pugnas que han trascendido los años y los circuitos
privados, entonces resulta inevitable pensar en él bajo las actuales
circunstancias. Pero en todo caso, hay que insistir, las autoridades
decidirán.
Por lo demás, el
atentado a Gustavo Rosario Torres, que se suma a las balas que cayeron sobre la
camioneta del ex edil Evaristo Hernández Cruz y la embestida a un vehículo donde
viajaban colaboradores del candidato Arturo Núñez, dibujan un ambiente
enrarecido en el proceso electoral.
La violencia no está
alejada de la política, incluso a nivel estatal. Basta recordar a Luis Donaldo
Colosio en 1994 o a José Fuentes Esperón en 2009. Nadie desea un 2012
traumático. Tabasco no lo aguantaría.
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