En la rotonda donde convergen la prolongación de la 5ª Norte y la carretera a Chicoasén, frente al Parque Joyyo Mayu, se encuentra el reloj floral, un emblema de la capital chiapaneca que desde hace unos 30 años es testigo de la historia capitalina.
Hace meses, quizás años, que el reloj clave de la estructura monumental está parado, pero ya está recibiendo mantenimiento y se prevé que en una semana esté funcionando, según información proporcionada por la cuadrilla de mantenimiento de la Dirección Municipal de Imagen Urbana.
Historia
La historia del reloj floral se remonta hasta hace más de 30 años, cuando fue armado en Zacatlán, Puebla, por un ingeniero cuyo nombre se perdió en el tiempo y del que solo se recuerda su apellido: Gastón.
Hugo Luis Perez Rodríguez, ingeniero, lleva 20 años trabajando en Imagen Urbana y recuerda que cuando él llegó a trabajar a la cuadrilla encargada de dar mantenimiento a este conjunto, el reloj ya tenía por lo menos 10 años más en la ciudad.
En un principio el reloj fue instalado sobre la Calzada de los Hombres Ilustres de la Revolución Mexicana, en el Parque Francisco I. Madero. Se encontraba junto al teatro de la ciudad Emilio Rabasa, en donde ahora está escenario al aire libre; posteriormente, hace cerca de 15 años, fue reubicado en la rotonda en donde se encuentra ahora.
Características
El reloj floral es hasta donde se sabe el único en toda Latinoamérica con tres carátulas, los demás son de una o dos. En al primera carátula se encuentra el escudo de Chiapas, en la segunda el de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y en la última un emblema que simboliza las llaves de la ciudad.
En el interior del monumento se encuentra el cuarto de máquinas, ahí está el corazón del reloj, una maquinaria que es controlada por tres motores eléctricos de 110, de un cuarto de caballo de fuerza.
La maquinaria tiene un contrapeso de 50 kilogramos que controla el segundero, cuenta con tres direcciones de tres metros, es en parte mecánico y en parte eléctrico, con audio digital.
El contrapeso funciona mediante el segundero, si este último se parara pasaría lo mismo con el contrapeso, uno depende del otro y visceversa, en este sentido ambos tienen que estar estables.
El primer motor controla el cilindro musical de un cuarto, tres cuartos, de media y una hora, el segundo motor el segundero y el tercer motor controla las campanadas de hora; con uno solo de estos motores que falle el funcionamiento del reloj se detiene.
Cada vez que se hace un cuarto de hora suenan campanas, al hacerse una hora se manda una señal a las campanas, las cuales suenan en número según la hora a indicar, es decir, si son las 12 del día sonarán 12 campanas.
Cada motor funciona con microswitch que envía la señal de la hora al sistema de audio, esto sucede en el reloj principal o reloj maestro que a su vez controla cada una de las tres carátulas.
A este reloj maestro tiene que dársele mantenimiento diario, porque aunque se trata de una maquinaría poderosa, si por ejemplo una pluma de ave o un insecto llegaran a caer entre sus engranes, la maquinaría se detendría; así que básicamente el mantenimiento consta de revisar que el funcionamiento de la maquinaria sea el adecuado, que esté limpio y aceitado.
En un principio el reloj contaba con dos cilindros musicales que hoy están obsoletos, debido en parte al tiempo que tienen y en parte porque no se le dio el mantenimiento requerido.
Cabe mencionar que los cilindros también contaban cada uno con un motor de un cuarto de caballo. A este respecto Pérez Rodríguez comenta que cuando él llegó a la cuadrilla, los cilindros ya no funcionaban, hecho que el atribuye posiblemente a que los motores “tronaron”.
Ahora el audio se controla por medio de un amplificador que manda la señal a un discman y de ahí a tres bocinas exteriores cuya potencia hace que las melodías puedan ser escuchadas hasta a dos cuadras a la redonda, por esta razón la música se apaga después de las 10:00 de la noche, ya que en una ocasión los vecinos de residencias vecinas se quejaron.