lunes, 21 de mayo de 2012

JAHUACTAL: Fernando Vázquez Rosas / Columna / Móvil político / May 21

@fer_vazquezr
“Es tiempo de hablar”
(martes 9 pm, Canal 10 Cablecom)

Móvil político

Hará una tercia de meses que supe de una versión: a Gustavo Rosario Torres lo habían amenazado de muerte. Sin pronunciar palabra alguna, un sujeto lo sorprendió en la puerta de su casa y le puso una pistola en la frente. Después el agresor simplemente enfundó y se retiró a toda prisa sin llevarse un solo objeto.

Ni una palabra para que el mensaje fuera contundente. Ni un solo objeto para que estuviera completamente claro que no se trataba de un asalto. Ante la intimidación el ex Procurador habría salido unas semanas del estado aunque luego decidió regresar.

En estos tiempos de violencia exacerbada por todo el país, ninguna versión de este tipo es inverosímil. De cualquier modo, el atentado contra Gustavo Rosario ocurrido la madrugada del domingo 20 de mayo habla por sí mismo.

No fue un atentado contra la casa del ex funcionario, como se ha dicho. Fue un claro atentado contra su persona. No fue tampoco un mensaje o una advertencia, fue ya un intento de terminar con su vida, porque de haber estado el ex Procurador en su domicilio, en uno de los sitios donde estalló alguna de las tres granadas, el desenlace hubiese sido funesto.

Hay razones para pensar que el atentado tiene implicaciones políticas y que no se trata de un acto relacionado con el crimen organizado o con delincuentes que busquen vengarse por la actuación de Rosario Torres cuando era Procurador de Tabasco. ¿Por qué? Es sencillo de explicar.

Gustavo Rosario estuvo al frente de la Procuraduría estatal desde el inicio de la actual administración hasta su renuncia el 23 de julio de 2008. De vuelta a su calidad de ciudadano, fuera de los circuitos oficiales, fue señalado de tener vínculos con el narcotráfico.

La acusación provino de José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, quien hizo públicas unas grabaciones de supuestos diálogos sobre dinero y droga entre Rosario y el ex subprocurador Alex Álvarez, quien después sufriría un atentado. Gustavo Rosario negó los señalamientos y ofreció someterse a cualquier investigación.

En los meses posteriores salió de la escena pública aunque era común encontrarlo en cafés, a plena luz del día, prácticamente solo. Por ese tiempo hubo algunos hechos encaminados a desprestigiarlo, como la distribución masiva de un CD con narcocorridos. La carátula del disco contenía una foto en blanco y negro del exprocurador con el título en rojo: “El corrido del Procu”.

El año pasado, sin embargo, se le ubicó en algunos eventos públicos al lado del gobernador Andrés Granier, quien lo presentó como su “asesor personal”. Y hace poco, hace muy poco, una foto sorprendió la escena pública estatal: Gustavo Rosario apareció desayunando con Arturo Núñez Jiménez, el ahora candidato a la gubernatura del Movimiento Progresista (PRD-PT-MC).

El punto es que si miembros del crimen organizado o delincuentes vengativos hubiesen querido aniquilar al ex Procurador, quizá lo hubiesen podido intentar cuando se movía por la entidad sin mayor preocupación. Pero el atentado ha ocurrido justamente ahora que se habla de una simpatía de Gustavo Rosario hacia el candidato de la izquierda.

Al referirse al tema, el propio Núñez no descartó que el atentado pudiese tener un trasfondo político. Para ilustrar su apreciación, expuso: “En Tabasco, con el dinosaurio herido y a punto de perder el poder, son capaces de todo”.

Lo cierto es que cuando ocurre un hecho de esta magnitud, lo primero que las autoridades buscan es saber si el agraviado tiene enemigos o adversarios. Desde esta perspectiva, quizá tendrían que abrir una línea de investigación contra Humberto Mayans, porque es público que Gustavo Rosario y el ex secretario de Gobierno sostienen diferencias agudas por el poder desde hace décadas.

Que no se malinterprete: nadie culpa a Mayans, pero siendo un adversario político de Gustavo Rosario, con pugnas que han trascendido los años y los circuitos privados, entonces resulta inevitable pensar en él bajo las actuales circunstancias. Pero en todo caso, hay que insistir, las autoridades decidirán.

Por lo demás, el atentado a Gustavo Rosario Torres, que se suma a las balas que cayeron sobre la camioneta del ex edil Evaristo Hernández Cruz y la embestida a un vehículo donde viajaban colaboradores del candidato Arturo Núñez, dibujan un ambiente enrarecido en el proceso electoral.

La violencia no está alejada de la política, incluso a nivel estatal. Basta recordar a Luis Donaldo Colosio en 1994 o a José Fuentes Esperón en 2009. Nadie desea un 2012 traumático. Tabasco no lo aguantaría.

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