lunes, 13 de junio de 2011

Opinión: Francisco Peralta Burelo / Jun 13

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

¿Alcaldes de cuatro años?

En cuanto a la supuesta reforma electoral --uno no sabe si "integral" o parcial, porque de eso poco o nada han dicho los legisladores tabasqueños-- que la LX Legislatura está llevando a cabo --o que pretende concretar-- habrá que dejar en claro que más han sido los desatinos que los aciertos cometidos por la bancada priísta (y en general por los diversos grupos parlamentarios). Por principio de cuentas esa reforma al artículo 19 de la Ley Electoral no debió haberse llevado efecto sin reformar previamente el artículo 13 de la Constitución de Tabasco. Eso tiene que considerarse desatino de los actuales legisladores, tanto en el terreno político como en el jurídico, dado que pasaron por alto muchos elementos que tuvieron que contemplar, como la supremacía constitucional y las ventajas que durante cuarenta años trajo la hoy modificada distritación estatal, lo que por otro lado dejó ver la alta de consensos y de construcción de acuerdos al interior del Congreso Local. La pretendida homologación de la elección de gobernador (dejando para otra fecha las elecciones para presidentes municipales y diputados locales), tanto porque la Constitución General de la República no la exige (o recomienda) como porque hasta hoy no han sabido justificar ante la opinión pública en qué beneficiará al estado (y a la democracia)y cuando ésta ha funcionado bien durante más de cuatro décadas, debe verse como otro desatino de la LX Legislatura (y de sus miembros) en materia electoral. Un tercer desatino vendría ser el de --según anunció el presidente de su Junta de Coordinación Política-- considerar el incremento de un año al periodo de los presidentes municipales (y, peor aún, llevarlo a cabo). ¿Qué ganarían los tabasqueños --y los mismos alcaldes y el propio gobierno estatal-- con que sus cabildos duraran un cuatrienio en lugar de un trienio? El dice que tres años "es muy poco tiempo para que se puedan terminar los programase los ayuntamientos" y pone como ejemplo los casos de Veracruz y Michoacán, con periodos de cuatro años, en el primero, y a punto de cuatro en el segundo. Ese argumento cae por su propio peso, porque el buen alcalde con un trienio tiene suficiente, como al mal alcalde ni un cuatrienio (o quinquenio) le alcanzaría. No es de tiempos, es de capacidades, amén de recursos financieros (y otras cosas). Tener alcaldes de cuatro años, por otra parte, trae el inconveniente de que no estarán, como ahora, fasados con el periodo gubernamental, sino desfasados, lo que hará que los gobernadores "hereden" alcaldes (a los que no apoyarán) en vez de que entren con sus alcaldes, además de que ello --ahora que se pretende ahorrar en gastos electorales-- en una fecha se elija al titular del Ejecutivo local, en otra a los diputados locales y en un año distinto a los presidentes municipales. Así, a ojo de pájaro, no se ve por dónde esté lo atinado de subir de tres a cuatro años el término del mandato municipal.

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