jueves, 9 de junio de 2011

Opinión: Francisco Peralta Burelo / Jun 09

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

Cuando la ley se ‘aplica’ se duda

Cada vez que un personaje importante de la política mexicana es encarcelado y sujeto a prisión surge la misma duda en el imaginario colectivo. ¿Por qué lo detuvieron?, se preguntan las más de las personas. Y luego viene la especulación inevitable. "Porque quiso salirse del carril", "porque había que darle un calambre a él y a su grupo", y así por el estilo. No faltarán quienes atribuyan la acción policial-judicial a "una cacería de brujas", a "venganza política", o quienes a todo ello le den connotación electoral. Ahora, cuando uno de esos personajes de la política mexicana, Jorge Hank Rhon, fue detenido y puesto a disposición de las autoridades judiciales, ocurrió lo mismo de siempre: La gente no dejó de preguntarse por qué se le perseguía y encarcelaba, --y aún sometía a juicio. Ese acto no le dio la menor certidumbre. Del lado político la reacción --en boca de otros priístas y del dirigente nacional del PRI-- fue que se quería "afectar" la imagen de Enrique Peña Nieto, que era para "bajar" al candidato de este partido a la gubernatura del Estado de México; que era una venganza política. Siempre que ocurre algo así la posición de la gente y de los actores políticos es ese sentido. Hay extrañeza y desconcierto --"¿por qué?"-- en lo que es una acción que en ningún momento debería prestarse a suspicacias y que tendría que dar certeza jurídica. ¿Por qué sucede esto? La razón es muy sencilla. En México el grado de impunidad y de complicidades políticas es muy elevado, de tal manera que raramente se castiga a alguien que haya utilizado el puesto público o sus influencias personales o familiares para incurrir en actos delictivos. Que a Hank se le detenga, que se haga lo propio con el ex gobernador de Chiapas, ¿qué significado tiene si a Ulises Ruiz, a Mario Marín, y a otros tantos que actuaron impunemente desde el poder, no se les hace nada? Por eso se duda tanto en los actos de justicia por parte de los gobiernos, bien sea el federal o alguno estatal. Los mexicanos a lo que estamos acostumbrados es a que nadie --de los que desvíen recursos públicos y se enriquecen en el poder indebidamente-- se le detenga y castigue por su mal comportamiento. ¿Cuántas veces hemos visto eso en este o en anteriores sexenios? ¿A cuántos que la opinión tiene por verdaderos delincuentes de cuello blanco han hecho algo las autoridades? Vamos, ya no solamente no los meten a la cárcel sino que ni siquiera les reprueban su cuenta pública. En México se vive un régimen de impunidades y de complicidades. ¿Cómo no vamos a preguntarnos, así, por qué la ley actuó en contra de algún político de manera diferente a como lo hace en la gran mayoría de los casos? Bueno, sería --porque el país está lleno de Hanks y de Salazares Mendiguchía-- que no solamente se procediera así en contra de ellos sino de todos los que han actuado al margen de la ley.

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