lunes, 6 de junio de 2011

Opinión: Francisco Peralta Burelo / Jun 06

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

¿Ahora sí va en serio lo del diálogo?

La intención del secretario de Gobierno es buena, y desde luego merece la aprobación social. En Tabasco hay que dialogar, dialogar y dialogar. Ese es un ejercicio que necesariamente se tiene que hacer en el estado, y quien debe inducir al diálogo --y crear todas las condiciones para ello sea posible-- es el secretario de Gobierno, por ser el encargado de la política interna (o gubernamental). Hay que dialogar en Tabasco. Eso es lo primero que el gobierno tiene que hacer, y que, habrá que decirlo, no ha hecho durante los últimos años. ¿O cuándo se ha sentado el encargado de la política interna con los dirigentes de oposición o siquiera con los ciudadanos disidentes?, ¿cuándo se ha dado un tiempo para construir una relación provechosa para la sociedad a través del diálogo? Sea porque la oposición no lo haya querido --como se habría de decir desde el círculo gubernamental --o porque el encargado de propiciarlo no hubiera creado las condiciones para que los opuestos (o los disidentes) se sentaran con él --no a tomarse la foto sino a llegar a acuerdos-- la realidad es sólo una: En Tabasco el diálogo está roto. No hay diálogo político. No lo ha habido, al menos, hasta ahora, razón por la que tampoco se han generado acuerdos y la unidad no se ha producido en la entidad, por falta de entendimiento, de consensos, de ánimo de una y otras partes de sentarse a discutir, los tabasqueños estamos como estamos: divididos (y hasta hoy con pocas posibilidades de caminar juntos). Bien, pues, por el nuevo secretario de Gobierno que habla de diálogo con la oposición (y, agreguemos, con los ciudadanos en general, y aún con los disidentes). Ahora, habrá que decirle a González Lastra, porque el tiempo lo tiene encima, manos a la obra desde ya, sin perder ni un minuto. No obstante tendrá que plantearse él mismo que iniciar el diálogo democrático no será tarea fácil en Tabasco, más que nada porque de parte de la oposición --de la que no se entiende tras bambalinas con el gobierno—hay una justificada desconfianza, lo mismo que de un importante sector de la sociedad política, porque hasta hoy todo intento de dialogar se ha reducido (por parte de las esferas gubernamentales) a un llamado público, que no ha pasado de ser meramente retórico y mediático, porque antes de ello no se ha hecho la labor de cabildeo y de negociación que tan necesarias son en tales casos. Que esta vez, con Rafael González Lastra al frente de la Secretaría de Gobierno, el llamado al diálogo no quede nada más en una expresión retórica y en un mero cubrir formas. Para eso habrá que abrir las puertas de la Secretaría de Gobierno y el propio secretario hacer entrar por ellas a su oficina –o salirse de ésta para sentarse a dialogar con ellos en otra parte-- a los dirigentes de oposición y a los ciudadanos que tengan algo que decir y que esperen ser escuchados por el encargado de la política interna.

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