martes, 7 de junio de 2011

Heraldo Político: Juan Ochoa Vidal / Columna / Jun 07

(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)

Tan fácil que resulta mover la lengua

El dirigente de una de las dos asociaciones de padres de familia acreditadas oficialmente como tal en Tabasco se apareció para señalar una verdad sesgada, timorata, interesada. Y hasta dio cifras, sacadas de quién sabe dónde, para abordar un tema que, no obstante, requiere la atención inmediata de las autoridades del sector educativo, de la sociedad en su conjunto, pero también de instancias judiciales.

José Atila Montero Acosta, presidente de la Asociación Estatal de Padres de Familia, afirmó que asciende a tres mil 366 el número de estudiantes de secundaria y bachillerato que presentan problema de alcoholismo. Añadió que esos mismos muchachos, "más adelante", suelen adquirir otro tipo de sustancias como la marihuana y la cocaína.

No sabemos si hizo una encuesta o se trata de una mera estimación "a ojo de buen cubero", pero según don José Atila en 296 escuelas secundarias, equivalentes al 40 por ciento del total, al menos seis de los alumnos de cada una de esas instituciones ya consumen bebidas alcohólicas "de forma descontrolada".

En bachillerato son 265 planteles en los cuales se encontró que un total de mil 590 estudiantes hacen algo similar, dice.

"Ingieren bebidas de forma compulsiva y se calcula que toman más de cinco copas por ocasión, lo cual es considerado un problema de adicción, según la Secretaría de Salud", acotó. Refirió otro dato: que en nuestro país el consumo de alcohol comienza en la pubertad.

Más aún, Montero detalló:

"Es cotidiano que en las secundarias, los alumnos metan a la escuela su termo con cerveza o refresco con alcohol, mientras que en las preparatorias no se da tanto que se consuma al interior del centro escolar, sino que los muchachos, al no tener clases o salirse de ellas, realizan cooperación y se van a otro lado a tomar".

Tenemos elementos para afirmar que, por lo menos, el señor se queda corto. Que lo entienda quien lo quiera entender y también quien lo debe asumir como responsabilidad:

El problema del alcohol en las escuelas quedó rebasado desde hace mucho tiempo por el tráfico y consumo de drogas. Lo mismo en instituciones públicas que privadas. En unas y otras, directivos y profesores se hacen de la vista gorda mientras que enfrente suyo hay alumnos que se ocupan del narcomenudeo. Hay mucho miedo, señores. Y también complicidad.

A todos se nos hace fácil criticar al gobierno de Felipe Calderón y también al de Andrés Granier. Haremos lo mismo con quienes algún día los releven en sus cargos. Acusamos a las autoridades. Nos quejamos de la violencia delictiva, del tráfico de drogas, de la delincuencia común, de los secuestros, de los robos en la vía pública así como a viviendas, y en otras partes del país también de los asaltos carreteros.

Pero mientras movemos la lengua, sabemos, porque nuestros hijos nos lo han comentado, porque lo hemos visto o porque incluso tenemos de vecinos a distribuidores de droga, que el narcotráfico vive entre nosotros y que todos somos cómplices de eso mismo de lo que nos quejamos.

En su afán de obtener reflectores, ahora don Atila nos sale con el cuento de las bebidas alcohólicas y la mariguana. Eso sí que es una mariguanada, porque no sólo en las escuelas sino en esos "centros de diversión" a los que ahora con mucha frescura se denomina "antros", resulta factible adquirir desde anfetaminas hasta piedra y también cocaína.

La corrupción nos carcome por dentro. No nos hagamos tontos. Basta del oportunismo de algunos vivales que con sólo mover la lengua buscan justificar u obtener subsidios.

Otra cosa: los vicios -no sólo alcohol- han infiltrado a centros educativos no sólo de Gaviotas Sur, Espejos, Carrizal, Miguel Hidalgo, como dice el señor Montero, sino principalmente, quizá, a colegios caros donde los estudiantes poseen mayor poder adquisitivo.

¿Qué pueden hacer las autoridades para frenar el narcotráfico en los centros educativos? Pueden hacer algo que además frenará a la delincuencia juvenil que conlleva también la introducción de armas a esas instituciones:

Urge que se hagan cateos sorpresivos. Urge que, al igual que ya se hace en países del primer mundo, se instalen controles de acceso a las escuelas, con personal y tecnología capaz de detectar la introducción de armas y substancias prohibidas.

Urge implementar sorpresivos exámenes clínicos para detectar el consumo de droga y alcohol, y que ello se establezca como requisito para inscripción y reinscripción en las escuelas. Antes que nada hay que practicarles esos exámenes a profesores y personal de apoyo.

Urge que las autoridades educativas le pierdan el miedo a todo lo que ello pueda implicar y urge, asimismo, que los padres de familia exijan que se actúe en consecuencia. Ojalá el asunto le interese, en primera instancia, a la secretaria de Educación, Beatriz Luque, así como a directores de subsistemas educativos y al resto de autoridades del sector.

Claro está que si lo que nos interesa es saltar a otro cargo público, pues para qué nos complicamos la vida. ¿Verdad?

De los apuntes

Por nuestra condición personal de obesidad y porque conocemos las limitaciones físicas que tal situación impone, no deja de sorprendernos el vigor físico de Alfonso Pérez Alvarez. ¿Cómo le hace el alcalde de Macuspana para aguantar horas y horas de pie, dando audiencia pública, sin quejarse de que le duele todo, de la espalda para abajo? Ayer se aventó una maratónica jornada de atención pública. Aprovechó para leerles cartilla a sus colaboradores: "En esta administración hay horario de entrada, pero no de salida".

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