martes, 10 de mayo de 2011

Opinión: Tere Oramas Beaurregard / May 10

(Publicado en el Semanario El Independiente del Sureste)
tenchioramas@hotmail.com

Muera el Rey, viva el Rey

El mundo es más seguro y mejor a causa de la muerte de Osama Bin Laden, esa fue la principal línea argumentativa del presidente de Estados Unidos Barack Obama al dar a conocer la noticia del asesinato del líder de la principal organización terrorista de la historia de la humanidad, la semana pasada luego de quince años de persecución y en un operativo de las fuerzas especiales del país norteamericano.

Pero, la inquietante que circuló después de éste importante anuncio fue: ¿Al eliminar físicamente a Osama, se acaba el terrorismo en el mundo? Paralelamente la pregunta es: ¿Es el fin de Al Qaeda? A tan solo cinco días de la muerte de Bin Laden, la red terrorista emitió un breve comunicado contra EU y sus aliados advirtiendo que la sangre de su líder es lo más valioso para el mundo musulmán. “Para los islamistas radicales, su sangre no ha sido derramada en vano y perseguirá como una maldición al pueblo americano y a sus agentes”.

¿Cómo debemos tomar éste mensaje? ¿Cómo una amenaza? Lo grave de la muerte del fundador de éste movimiento de resistencia islámica es su legado, es como el significado de la palabra Al Qaeda en árabe, una base, un fundamento que profundizará el odio y rencor de ésta organización que durante décadas se ha preparado para detener el genocidio del pueblo musulmán. Minimizar las consecuencias de la muerte de Osama es un error al que no debemos caer sobre todo recordando el principal antecedente que tenemos de la fuerza y poder de Al Qaeda cuando vulneró el sistema de seguridad del país más poderoso del mundo aquel fatal 11 de septiembre de 2001.

Tanto el principal enemigo de éste grupo poderoso como sus aliados, deben estar muy preocupados y ocupados en fortalecer su seguridad para proteger a la ciudadanía pero además, de encontrar las estrategias obligadas que permitan establecer un canal de “negociación” con los números dos de Osama que deben ser varios.

En Francia, cuando la noticia de la muerte de Enrique IV llegó a Lovre, la reina le dijo al primer ministro Sillery: “¡El Rey ha muerto!”. La respuesta que recibió de la reina fue: “Os engañáis, en Francia jamás muere el rey”.

Murió Bin Laden pero no su estructura organizativa la cual está basada en células de militantes y redes de contactos clandestinos que han operado durante la última década con amplia movilidad de acción lo que dificulta su desarticulación.

No es una agrupación improvisada ni mucho menos endeble, sus miembros han sido preparados en campos de entrenamiento repartidos en todo el mundo con técnicas de guerrilla, uso de explosivos y conocimientos de la práctica paramilitar. La extraordinaria coordinación de los integrantes del grupo ha logrado vencer al enemigo en muchos escenarios, recordemos los atentados terroristas a las embajadas de Estados Unidos en Nairobi, Kenia y Tazmania, posteriormente en ciudades como Londres, Madrid, Bali y Estambul.

Los líderes de los países afectados por Al Qaeda no pueden detenerse en el análisis de impacto de la muerte de Osama Bin Laden, deben establecer mecanismos urgentes de protección así como intensificar el sistema de investigación para ubicar a los demás cabecillas de los grupos asociados en todo el mundo ante el elevado potencial de violencia antiamericana.

Acertadamente, el presidente francés Nicolas Sarkozy refirió: “la plaga del terrorismo sufre un fracaso histórico, pero no es el fin de Al Qaeda”, los terroristas no pueden escapar de la venganza, están entrenados para matar al enemigo sin miramientos morales. La diplomacia estadounidense pide prudencia respecto a las consecuencias en la lucha contra el terrorismo, pero, ¿qué hacer ante el fortalecimiento de las estructuras radicales y la vulnerabilidad de las principales potencias mundiales?

Estados Unidos se lamenta, pero gran parte de la responsabilidad de éstos hechos la tiene éste país, cría cuervos y te sacarán los ojos. Ahora, el mundo entero paga las consecuencias de los errores de EU que sin duda no representan una justificación de las masacres que ha ocasionado el terrorismo.

* Alumna del Postgrado en Comunicación Política e Institucional del Instituto de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, España.

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