lunes, 16 de mayo de 2011

Opinión: Erwin Macario / May 16

(POR LA LIBRE en Telerreportaje)

2012, un parto difícil*

En el PRI no sólo han perdido la cuenta sino que, como las primerizas, ni siquiera saben que están embarazados. Y que pueden perder la criatura.

El cambio de la dirigencia estatal no era necesario. Bastaba con un buen delegado nacional de ese partido, que metiera orden y frenara los coqueteos de Adrián con Jesús Alí de la Torre.

La llegada de una gente de las confianzas del gobernador Andrés Granier no es la solución de un problema que tiene en su propio equipo de trabajo. Debe reconocerse que sí hay un mensaje claro del gobernador a los militantes y a sus empleados, de todos los niveles: El PRI soy yo.

Miguel Romero Pérez no mandará siquiera una tarjeta de felicitación si no consulta o recibe orden del mandatario. De ese tamaño es la lealtad que se exige para “el nuevo partido”.

Eso sí, no se puede acusar, al nuevo presidente del PRI en Tabasco, de tener preferencia por alguno de los aspirantes a la gubernatura. Él solamente representa los intereses de Andrés Granier.

Estaría bien si el parto fuera normal. Ya en enero se sintieron los primeros dolores del advenimiento con el destape de su secretario de Gobierno, Humberto Mayans Canabal. La salida de Adrián Hernández es otra prueba de que el feto está grandecito y no soporta intromisiones ajenas, como las del presidente municipal de Centro, Jesús Alí.

Este mes de mayo inician los trabajos de parto. Humberto Mayans decide abandonar la cómoda y segura posición que tenía en el gabinete de Andrés Granier, una especie de líquido amniótico que protege de la rudeza externa pero que no libra de los propios golpes de adentro, del fuego amigo de quienes no son primeros en la amistad y lealtad con Granier, como sí lo es Humberto pues, como dijo Ariel Cetina en entrevista con Emmanuel Sibilla, el pasado 11 de marzo, “todos llegaron después”.

Ciertamente quitar a Adrián del PRI evita golpes contra el feto. El propio Mayans, así como Luis Felipe Graham y Gina Trujillo, sufría la deslealtad de Adrián Hernández. Nadie niega, nadie ignora que por eso lo corrieron de la dirigencia. El discurso de lealtad por encima de la unidad, lo prueba estos días. Aunque no era necesario. Bastaba con meterlo al orden.

La unidad al menos se fingía. La deslealtad no podía ocultarse. Ni unidad ni lealtad es mercancía. Deben entenderlo antes del parto.

*Transmitida el lunes 16 de mayo 2011.

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