martes, 24 de mayo de 2011

Heraldo Político: Juan Ochoa Vidal / Columna / May 24

(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)

Unos espontáneos, otros perversos

El rumor, el chisme, es un deporte en Tabasco. Pero no es sólo eso: es, siempre ha sido, una herramienta que se usa para descalificar a un enemigo, a un adversario político, a alguien a quien se le tiene coraje. Hace cincuenta, cien, ciento cincuenta años, se soltaba la versión en el mercado o en la calle, o se imprimían panfletos con el tema.

Hoy existen elementos para establecer que existen por lo menos tres motivaciones con relación a los rumores que circularon la semana pasada:

1. Infinidad de individuos de todas las edades, principalmente jóvenes pero también gente de más edad, tienen ahora en sus manos un "juguetito nuevo": lograron el acceso libre a la comunicación masiva, sin percatarse del riesgoso potencial que conlleva la difusión de comentarios infundados o respecto de situaciones no comprobadas. Aflora un afán de ser protagonista de algo, sin que se entienda que ello puede tener profundas implicaciones.

2. Se expresa cierto descontento social. El rumor infundado lo suelta, o lo repite, cualquiera que esté molesto con el gobierno, como por ejemplo algunas de las personas que trabajaban hasta hace poco en la burocracia estatal o de los municipios. Antiguamente se hubiese dicho que determinado funcionario "es maricón, además de ratero".

3. Se observa la existencia de un esquema preconcebido que obedece a intereses político-partidistas, en cuyo marco quienes elaboran y divulgan el rumor actúan con premeditación: calculan el daño social, institucional que van a causar. Su idea es desestabilizar. Es una manera de terrorismo. Es fomentar la desconfianza. Es sacudir estructuras, con la expectativa de poder cosechar beneficios políticos a cierto plazo.

Esto último es lo más grave, porque quien opta por esa vía para desacreditar al gobierno en turno, está lanzando un búmerang que tarde o temprano vendrá de regreso y les pegará de lleno en el rostro; ya sea porque lograron su propósito político, o porque de cualquier modo la descomposición social termina afectando a todos los habitantes del infierno.

En cuanto al segundo ejemplo, debemos decirle, lector, que en lo personal tenemos conocimiento de, por lo menos, un individuo enfermizo, radicado en Cárdenas, que se dedica a soltar rumores y veneno a través de Twitter y Facebook. Laboró durante muchos años en la Secretaría de Gobierno como "oreja", hasta que en este sexenio se le liquidó en virtud de que su jefe de área inmediato consideró que no era útil y sí una carga innecesaria en la nómina.

Es todo un caso patológico: frustrado en su vida personal, ya cercano a cumplir sesenta años, es adicto a las drogas y el alcohol. Después de perder el empleo sobrevive merced al salario de su esposa. De por sí siempre vegetó en su "trabajo".

No es el único agitador cibernético. En estos tiempos, cualquiera puede serlo, aunque no se posea la formación o capacitación necesaria para ser un "hacker".

Analícelo, lector:

Entre los periodistas todavía hoy, cuando la mayoría de los reporteros, editores de medios escritos y electrónicos, así como comentaristas hemos pasado por aulas universitarias, es cuestionable nuestro profesionalismo, objetividad, imparcialidad. Los comunicadores, las más de las veces, somos irresponsables; damos credibilidad a versiones sesgadas. No contrastamos fuentes. Somos tendenciosos.

Como fuere, los periodistas a esto nos dedicamos, con nuestros errores, omisiones, defectos y tendencias. Muchos hacemos el esfuerzo de ser profesionales. Y como comunicador puedo tener preferencias personales y tengo derecho a ello, siempre y cuando -según los estándares modernos de esta profesión- de antemano le clarifique al lector, al radioescucha, al televidente, cuál es mi posicionamiento personal.

¡Ah! Pero los comunicadores emergentes, que somos o podemos ser todos aquellos que portamos un smartphone, una tablet, una computadora u ordenador, como se le dice en Europa, de buenas a primeras tienen en sus manos herramientas extraordinarias de comunicación masiva como lo son Twitter y Facebook. ¿Y qué hacemos con ello?

Piénselo. Decídalo usted, que probablemente es uno de esos comunicadores emergentes, quien puede ser autor o coautor de comentarios en tal o cual sentido en redes sociales o mensajería instantánea, sin percatarse de la gravedad del contenido de esas comunicaciones.

También puede usted ser rehén, títere de gente perversa que no piensa en el interés colectivo, sino en que el fin justifica los medios. No le estoy proponiendo que se autocensure. Pero sí le sugiero que, si posee ahora en sus manos el poder de la comunicación masiva, actúe como se supone que debe hacerlo todo profesional de la comunicación: con mucha responsabilidad y sentido de equilibrio.

Mientras tanto, desde el fin de semana, la normalidad retornó a Cárdenas. Atrás deben quedar los chismes, las versiones infundadas soltadas por gente ociosa y también por resentidos que creen que de esa manera tumbarán a un gobierno, sin percatarse del daño social y económico que provocan.

El secretario del ayuntamiento, Mateo Velázquez Olán, dijo que este lunes y ayer, "afortunadamente las empresas, los comercios, los centros escolares reanudaron ayer lunes sus actividades de manera normal".

Igualmente, en la capital del estado las actividades de feria se desarrollan con normalidad. Si usted acude al Parque Tabasco, se percatará de algo que existe desde un inicio: la aplicación de dispositivos de seguridad, que se aplican aquí como también se hace en otras partes del mundo, con el propósito de garantizar la seguridad de los muchos miles de familias asistentes.

Juan_ochoa45@hotmail.com

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