sábado, 7 de mayo de 2011

Doble Filo: Homero T. Calderón / Columna / May 07

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

Caleidoscopios, poetas, empresarios

Javier Sicilia, más que poeta es un hombre íntegro. Y enfoca los fines de su marcha desde Cuernavaca a rehacer el tejido social, no sólo el de su pueblo en Morelos. Sicilia habla de rehacer el tejido social de una patria aherrojada pero ahora lastimada por la desidia de sus ciudadanos. Es –si usted quiere- un leve resplandor de esperanza el que se gesta. Sólo han habido en la historia de la patria contemporánea, tres de esos movimientos: La marcha del silencio en el movimiento estudiantil de 1968. Luego, cuando legiones de nobles, acomodaticios y más de un gañote aventurero marcharon "contra la violencia" en el Distrito Federal cuando gobernaba a éste Andrés Manuel y la de ahora, de Javier Sicilia.

El "estamos hasta la madre" es el leiv motif antes de que la patria se hunda sin remedio. Hubo antes otra marcha, la que inició el pueblo de la ciudad de México que –espontáneamente – marchó contra la decisión de desaforar al propio Andrés Manuel de su cargo "por peligroso". A fin de cuentas, en México y Tabasco ya sabemos quiénes son los peligrosos. Desgraciadamente, en Criollolandia la sangre que corre por las venas de cada tabasqueño es de una densidad tal, que difícilmente llegaremos a esos extremos. En Tabasco sus ciudadanos pueden ver que frente a ellos están apretándole el pescuezo a alguien y les valdrá madres. Es –nos guste o no- la condición tabasqueña.

Los nuestros son muy capaces de encabronarse en los cafés, o en las reuniones, pero en la calle, nunca. ¿A qué le teme el tabasqueño? No sabría decirlo. Alguna vez se lo escuché a Gabriela Gutiérrez, mujer de empuje y de cojones. Cuando la sangre aún estaba fresca en la casa del asesinado Pepe Fuentes Esperón, los tabasqueños no fueron más allá de la cautela. Quizá Carlos Pellicer, uno de nuestros dos poetas mayores lo diga mejor en su poema "El segador": El segador, con pausas de música,/ Segaba la tarde./ Su hoz es tan fina,/ Que siega las dulces espigas y siega la tarde./

BENITO NEME Y SUS MELLIZAS

¡Car…acoles! Un tabasqueño que desde hace muchos años no hace vida de casa –el abogado Benito Neme Sastré- pospondrá por otra semana más su llegada a su solar originario. Por hoy, o por esta semana, la necesidad lo retuvo en el altiplano donde su esposa, Alejandra Giordano, obviamente señora de Neme, alumbrará ¡precisamente hoy sábado!, a dos hijas mellizas.

Aquellos que lo esperaban en estos tropicales pagos, quizá sienten que sus proyectos sufrirán algún menoscabo, pero ¿qué tanto pueden desviarse estos? ("Al año de morir todos los días/ los frutos de mi voz dijeron tanto/y tan calladamente, que unos días/ vivieron a la sombra de aquel canto./ Aquí la voz se quiebra y el espanto/ de tanta soledad llena los días". –Pellicer, igualmente, dixit…) EL INMENSO MAR, MI QUERIDO EDÉN La costa de Portugal rasgó mi vista que quería abarcarlo todo. Es la hora del arrepentimiento.

No haber perseguido el sueño del marino. De la costa portuguesa, toda ella adosada al Mar Atlántico, de aquí quisiera uno divisar el nuevo mundo. Imposible. Una inmensa muralla de color azul turquesa lo impide. El Atlántico es inmenso y vasto. Sólo osados marinos de esa nacionalidad, como el infante don Enrique el Navegante, o Bartolomé Días o Vasco da Gama pudieron arriesgarse tanto como los marinos españoles e italianos, a trasponer su horizonte. Contrariamente a esa vista, tierra adentro de Portugal los viñedos dan paso a la elaboración del excelso ambarino o el verde que convive en el paladar de los mortales con frutos del mar.

Arenques, pulpos, camarones, calamares, cazones, meros, lisa, lobinas, lenguados, rodaballos, merluzas, dorados, anjovas, salmones. Por eso extrañaba ya los casi tres meses que estuvo cerrado el feudo de Edén Caraveo Caraveo, "La Yangada", allá por rumbos del parque La Choca, muy cerca de la pasión de la Feria. Ayer viernes 6 de mayo, las puertas de esta casa de frutos del mar reabrieron para regocijo de todos aquellos que aprecian la calidad de su alta cocina. Nada como sentarse y disfrutar ese lúdico instante haciendo honores a un Blancs de blancs, o a un verde portugués o simplemente el ambarino o blanco que usted prefiera. Comer o cenar ahí es –a fin de cuentas- una experiencia casi religiosa…

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