martes, 26 de abril de 2011

Heraldo Político: Juan Ochoa Vidal / Columna / Abr 26

(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)

Díaz Serrano: secretos a la tumba

A los noventa años murió ayer Jorge Díaz Serrano, el otrora poderoso director general de Petróleos Mexicanos quien creyó que su amigo José López Portillo lo dejaría como sucesor en la Presidencia. En vez de eso, objetivo de una vendetta instrumentada por el grupo político de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Manuel Camacho, terminó su carrera política como interno del Reclusorio Sur.

Allí le hicimos una entrevista en 1984. Debimos esperarlo un buen rato porque a la hora de la cita previamente pactada se encontraba aún jugando tenis. Nos recibió en los bien arreglados jardines del ala de lujo de dicho centro ubicado en Xochimilco. Estaba ataviado con vestimenta de tenista, no precisamente de las que vendían en Tepito.

En vísperas, la periodista Magdalena Saldaña nos comentó que Díaz Serrano, su amigo de años, la había invitado a comer recientemente en el comedor privado del director del penal, con todo un menú de lujo que incluyó caros vinos.

Por nuestra parte, debemos reconocer que recibimos y acatamos la instrucción del subdirector de Excélsior de esa época, José Andrés Barrenechea, en cuanto a hacerle una entrevista “light” al personaje. Al parecer, hubo “línea” de Bucareli en un claro intento de demostrar que el recluso no era víctima de algún tipo de represión y que, al mismo tiempo, tampoco recibía impunidad ante la acusación de fraude por cinco mil millones de pesos en la compra de dos buques-tanque.

Estuvo cinco años en la cárcel. Salió libre, como ha sucedido en otros casos, no porque se haya demostrado su inocencia (tampoco tenía por qué hacerlo), sino porque no se pudo –o quiso- sustentar su culpabilidad. Nunca existió la motivación de sanear una empresa donde hoy el contratismo reina como nunca.

Hace poco menos de dos años vino a Villahermosa, junto con su esposa Helvia Martínez Verdayes, quien en 1942 modeló para la elaboración de la estatua de la Diana Cazadora, cuya réplica adorna la Prolongación de Paseo Usumacinta.

Era senador cuando se le formularon los cargos de corrupción en 1983. Hacia 1978 se enfrentó públicamente con el gobernador Leandro Rovirosa Wade, en la discusión por los costos y eventuales beneficios que Tabasco debía recibir al incrementarse geométricamente los volúmenes de extracción de hidrocarburos de subsuelo tabasqueño: el famoso y desperdiciado boom.

Un despacho emitido ayer por la agencia oficial Notimex lo califica como “el padre del petróleo mexicano”, porque durante su gestión al frente de Petróleos Mexicanos triplicó la producción y multiplicó las reservas de la paraestatal.

El desaparecido luchador social Heberto Castillo denunció en aquellos años que, al margen de la cuestión política, Jorge Díaz Serrano era corresponsable de fraudes y negocios sucios perpetrados a través del contratismo.

Hace tres años, el periodista Alfonso Fernández de Córdova publicó una entrevista a la esposa de quien además figuró como protagonista de una noticia de devastación ecológica sin par en el Golfo de México, como lo fue el incendio del pozo marino Ixtoc, que ardió durante nueve meses.

La hoy viuda narró:

“Un sábado me fui temprano a Cuernavaca. El tuvo una junta en Los Pinos con el Presidente. Llegó a verme, como de costumbre, a mediodía. Jugamos tenis. No noté nada. Nos sentamos a comer. Yo sabía desde antes que Jorge saldría al día siguiente a Washington, para acompañar al Presidente López Portillo en su entrevista oficial con el Presidente Ronald Reagan. Pregunté: ¿a qué hora sales mañana? No voy a ir. ¿No vas? Insistí. No, acabo de renunciar a Petróleos Mexicanos y tengo que entregar la dirección esta noche al licenciado Julio Rodolfo Moctezuma Cid.

“En silencio terminamos de comer y regresamos a México. Me abrazó y me dijo: no te apures, no ha pasado nada. Me dejó en la casa. A los pocos minutos llegó una periodista amiga, esperamos la transmisión de televisión. Nunca había visto una renuncia en la pantalla. Jorge entregó la dirección, nos pusimos a llorar. Nadie lo creía. Empezó a sonar el teléfono. Hubo llamadas de París, Nueva York, de tantas partes.

“Tengo recuerdos caóticos de esos momentos. Nadie quería creerlo. Telegramas y cartas de protesta, ofrecimientos solidarios. Jorge guardó la serenidad, no contestó. Hay que disciplinarse y esperar, me dijo. Yo estaba furiosa, la espera duró varios meses. Se perdieron las ventas de petróleo de exportación. Había inestabilidad económica.

“Un día llegó con mucho entusiasmo. Dijo: me voy a la Unión Soviética como embajador. Otro golpe para mí. Me dijo: prepárate para ir a Moscú, tengo que presentar credenciales en Mongolia. Vamos a hacer el viaje que siempre he querido, el ferrocarril transiberiano. El viaje duró seis días. Tomamos el avión para Ulan Bator, capital de Mongolia. En el brillante patio de un palacio Jorge presentó credenciales al Presidente. En aquel helado espacio, 45 grados bajo cero, resonó como nunca nuestro Himno Nacional.

“Volamos a Samarkanda y Tashkent sobre gigantescas montañas, paisajes de sueño, los vivimos, pudimos vivirlos. De regreso a Moscú, Jorge tuvo que ir a Suecia para entrevistarse con el licenciado Moctezuma Cid. Los demás regresamos a México.

“Por teléfono, Jorge me dijo que el candidato a la Presidencia, Miguel de la Madrid, lo invitó a participar como candidato a senador por su estado, Sonora. Tomó el avión de Aeroflot directo a Montreal, donde lo esperaba un avión privado para llevarlo a Hermosillo”.

Jorge Díaz Serrano ya murió. Pemex y el sistema político mexicano continúan no igual que siempre, sino peor que antes.

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