jueves, 17 de febrero de 2011

Transparencia Política: Erwin Macario Rodríguez / Columna / Feb 17

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)
erwinmacario@hotmail.com

Las alas del poema

El ala o el desierto.
Decir.
La huella apenas
que prepara el camino
para los pies del frío.
Juan Manuel Rodríguez Tobal

Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, traductor de lírica grecolatina, y profesor de latín y griego, el poeta español Juan Manuel Rodríguez Tobal es de los poetas consagrados que participan en el VII Encuentro Iberoamericano de Poesía, aquí en Tabasco.

Como él, una decena de aedas, con nombre y renombre, comparten espacios con jóvenes poetas de México, de nueve estados y Tabasco.

El vuelo de las alas de los poetas reconocidos, premiados nacional e internacionalmente, anima a quienes ya destacan en sus entidades y empiezan el camino de la poesía.

Las voces que han llenado de poesía anteriores Encuentros y las que ahora se reúnen en Villahermosa y han llegado a varios municipios, voces de poetas como Ledo Ivo, Rei Berroa (República Dominicana), Juan Antonio Masoliver Ródenas (España), Brígido Redondo (Campeche), Guillermo Rodríguez Rivera y Jesús David Curbelo y Aitana Alberti (Cuba), Ignacio Martín (España), Dionicio Morales (México) por mencionar los más a mente, algunos como Berroa y Alberti ahora de nuevo, valdrían para justificar este evento en su séptima edición.

También los que ahora están por primera vez. Una María Ángeles Pérez López, poeta y profesora de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca; Graciela Aráoz, argentina, profesora en Letras, licenciada en Filología Hispánica, investigadora; Vilma Reyes, poeta, narradora y educadora puertorriqueña; Jairo Guzmán, poeta colombiano, graduado en matemáticas; el chileno Mario Meléndez, que estudió periodismo, entre otros, son otra razón para un evento que ya tiene reconocimiento internacional y está hermanado con otros festivales internacionales de poesía y tiene representación en la Red Nuestra América de Festivales Internacionales de Poesía.

Junto a los pasados y actuales participantes, están las voces jóvenes. Este año la de Lucy Chau, panameña, cantante también, ganadora del concurso de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño, en el 2006.

Pero también poetas jóvenes de México como la que ayer, generosamente me entrega algunos versos.
Vivir es crear quimeras,/ con reminiscencias de fugaces deleites,/ para engañar con ellos a la muerte;/ la alimentamos con cada suspiro,/ con cada demonio descubierto./ Vivir, es enfermarse de luz,/ perpetuarse más allá de los ecos.

Hazzel Yen, duranguense, ha participado ya en eventos poéticos nacionales; en el I Concurso Mundial de Ecopoesía 2010, en Perú, Ha publicado en varias antologías.

Como ella hay un grupo joven que hace preguntarnos si no acaso Tabasco ha sido sede de poetas nacientes que un día darán lustre a las letras nacionales.

Desde la mesa que ayer ocupé, al mediodía, miré pasar a esos poetas jóvenes, sangre nueva y espíritu naciente que diría el malogrado poeta Pedro Méndez Burgos.

¿No estarán frente a mí las voces de la poesía del futuro?, me pregunto.

Y leo de nuevo los vesos de Hazzel Yen. Es muy difícil conseguir otros. Los poetas consagrados no traen libros. Los jóvenes no traen copias: Guarde el último cielo en mi garganta,/ y lo mezclé con la ponzoña de la noche,/ para enervar a cualquier ser/ que intentase nacer de mis silencios.

Alas prestas al vuelo.

Otras les guían. Vuelvo al poema “Mi gato quiere ser poeta”, del poeta periodista Mario Meléndez: Mi gato quiere ser poeta/

y para ello/ revisa todos los días mis originales/ y los libros que tengo en casa/ Él cree que no me doy cuenta/ es demasiado orgulloso/ para dejar que le ayude/ Lleva consigo unos borradores/ en los que anota con cuidado/ cada cosa que hago y que digo/ Ayer no más, en uno de mis recitales/ apareció de incógnito entre la gente/ vestía camisa a cuadros/ y mis viejos zapatos rojos/ que no veía hace tiempo/ Al terminar la función/ se acercó con mi libro en la mano/ quería que lo autografiara/ y para ello me dio un nombre falso/ un tal Silvestre Gatica/ Yo le reconocí de inmediato/ por sus grandes bigotes y su cola peluda/ pero no dije nada/ y preferí seguirle la corriente/ Luego me deslizó bajo el brazo/ uno de sus manuscritos/ “Léalos cuando pueda, Maestro” me dijo/ y se despidió entre elogios y parabienes/ Y sucedió que anoche/ y como no lograba dormir/ levanté con desgano aquel obsequio/ para darle una mirada/ Era un poema de amor/ un hermoso poema de amor/ dedicado a Susana/ la gatita siamés/ que vivía a los pies del sitio/ Parecía un texto perfecto/ tenía fuerza y ritmo e imaginación/ y todos los elementos necesarios/ para decir que era un gran poema/ y sin duda era un gran poema/ un poema como pocas veces había leído/ Entonces me entró la rabia/ y la envidia y la cólera/ y me pilló la madrugada/ con el texto entre las manos/ sin atreverme a romperlo/ o hacerle correcciones. / Que Dios me perdone por esto/ pero no veo otra salida/
mañana echaré mi gato a la calle/ y publicaré el poema bajo mi nombre.

LADO CLARO

El batir de las alas de los poetas consagrados hace guiña a los que inician el vuelo en la poesía.

BARBARITA 335

Mañana, Pellicer, vida y obra. Un comentario a la conferencia de Luis Barjau.

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