domingo, 13 de febrero de 2011

Internacional / 'Un buen beso es como una droga' / Feb 13

ESTUDIO | Según Kirshenbaum, autora de 'The Science of Kissing'
'Un buen beso es como una droga'
Fuente: EL MUNDO.es / Carlos Fresneda (corresponsal) | Nueva York / Actualizado domingo 13/02/2011 12:31 horas

- Sheril Kirshenbaum, indaga en su libro en la química del beso
- El 'boca a boca' activa la dopamina, la serotonina y oxitocina

"Un buen beso funciona como una droga", asegura Sheril Kirshenbaum, investigadora de la Universidad de Texas y autora de 'The Science of Kissing', el libro que disecciona con rigor científico todo lo que pasa en nuestros cerebros y en nuestros cuerpos en el momento en que se produce el "boca a boca".

"Un beso puede provocar efectivamete una auténtica descarga de neurotramisores y hormonas", certifica la bióloga. "El resultado es un 'subidón' natural en las dos personas, estimulando los centros de placer del cerebro".

Los científicos han sido hasta ahora bastante reticentes a la hora de indagar en los misterios del beso, pero la neurociencia ha abierto nuevas puertas y cada vez se conocen más a fondo los mecanismos que se activan en el momento del “ósculo”: nombre científico y poético del acto de aplicar los labios (sobre otros labios o sobre cualquier otra parte del cuerpo).

A continuación -siguiendo el camino trazado Sherul Kirshenbaum en su propio libro- vamos a hacer un recorrido por la cadena de reacciones químicas y explosiones sensoriales desencadenadas por un beso.

Dopamina. "La euforia que sentimos tiene mucho que ver con un neurotransmisor llamado dopamina, una especie de droga natural asociada con el deseo y con las expectativas de placer. La dopamina se suele disparar durante un beso pasional... y puede ser también responsable de los pensamientos obsesivos asociados con un nuevo romance, comparables a una adicción".

"La dopamina puede llegar a tener el efecto estimulante de una raya de cocaína, pues actúa en la misma parte del cerebro. Nos hace querer más y sentirnos cargados de energía. Bajo sus efectos perdemos el apetito, tenemos problemas para dormir y caemos en comportamientos erráticos".

"En los primeros lances de una relación, la dopamina nos hace recordar las experiencias placenteras y hace sentirnos frecuentemente en las nubes. Como ocurre con muchas drogas, hay gente que se puede hacer dependiente de ese “subidón” natural".

Según el investigador Dean Hamer, puede haber una relación entre los niveles de dopamina y la “urgencia erótica”, sobre todo en los hombres. En su opinión, el 30% de los hombres poseen lo que podríamos llamar el 'gen de la promiscuidad' y llegan a tener un número muy superior de parejas sexuales que el común de los varones.

Serotonina "es un neurotrasmisor muy importante a la hora de regular las emociones y trasmitir información al cerebro. Se la relaciona con la sexualidad, el apetito, el sueño y los estados de humor. Muchos antidepresivos funcionan alterando los niveles de serotonina".

“En la gente que admite estar 'enamorada', los niveles de serotonina pueden llegar a ser similares a los hallados en pacientes que sufren el trastorno obsesivo-compulsivo. La serotonina puede hacer, entre otras cosas, que nos obsesionemos excesivamente con otra persona. Y eso es sólo el principio...”.

Adrenalina. “También llamada epinefrina, es una sustancia secretada por las glándulas suprarrenales que acelera el corazón, nos hace sudar y refuerza la experiencia. Pero también tiene el potencial de hacernos distorsionar la percepción del beso en sí mismo”.

“Curiosamente, en un estudio rubricado por el psicólogo John Bohannon, el 90% de los encuestados afirmó recordar los detalles de su primer beso romántico. El primer beso, sostiene Bohannon, deja una huella más indeleble que la primera vez que se hace el amor”.

Oxitocina. “Cuando la dopamina, asociada a la novedad, empieza a descender peligrosamente, la única garantía de éxito a medio o largo plazo de la pareja está precisamente en esta sustancia que refuerza en vínculo entre dos personas y que también es conocida como la 'hormona del amor'.

“La oxitocina es una fuerza de la naturaleza. En las mujeres, su nivel se multiplica por cinco durante el acto sexual y es responsable de las sacudidas que siente en la pelvis durante el orgasmo. Algunos estudios sugieren que en los hombres aumenta también de tres a cinco veces durante el clímax”.

Cortisol. “En el extremo opuesto, el cortisol –la hormona del estrés- se activa cuando el cuerpo percibe ansiedad o amenaza. Durante un beso, es la señal más evidente de que algo no funciona. A veces puede estar relacionado con el ambiente o la situación inapropiada durante el beso. Pero también puede ser un indicador de que una pareja no está “genéticamente” alineada”.

El olor o el sabor son dos factores que suelen pesar más en las mujeres que en los hombres (peores “receptores sensoriales”). Las glándulas sebáceas y las feromonas son suficientes para iniciar o romper una relación, y el momento crítico es muchas veces el contacto labial.

Aquí entramos ya de lleno en el “bache” entre géneros, un cliché que la bióloga intentó esquivar, hasta que su propia investigación informal con un grupo de 42 mujeres y 38 hombres le hizo constatar que, efectivamente, hay notables “diferencias” entre besarse en Marte o hacerlo en Venus.

“Los hombres son más proclives a interpretar un beso como un medio para conseguir un fin, que normalmente tiene que ver con la esperanza de una relación sexual”, admite Kishenbaum. “Las mujeres tienden a poner más énfasis en el acto de besar como una manera de calibrar la compatibilidad con su pareja y las posibilidades de una relación... La buena noticia es que hombres y mujeres disfrutan besándose”.

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