sábado, 5 de febrero de 2011

Doble Filo: Homero T. Calderón / Columna / Feb 05

(Publicado en l Diario Tabasco Hoy)

La última batalla de un guerrero

El pasado 2 de febrero fue Día de la Candelaria. Es una de esas festividades pagano-religiosas que la comunidad católica festeja entusiastamente. Escribí de ella al día siguiente en el Tabasco HOY. Precisamente, en esa fecha, el recién fallecido periodista y literato, Germán Dehesa, lo celebraba en grande en Tlacotalpan, Veracruz. Entre cantos y risas de muchachas; entre arperos y verseros destacados y músicos de oficio jaranero, Dehesa era feliz. Hoy éste ya no está en este mundo, pero en el festejo de ese día en Tlacotalpan lo recordaron. Coincidentemente, un Día de la Candelaria, pero de 1961, arribó a Tabasco buscando fortuna, un hombre recio y echado pa´lante del norte de la república, don Canuto González Ramírez. ¿Cuáles eran las herramientas –aparte de su recio carácter- que traía a Tabasco don Canuto? Una voluntad y deseos impresionantes de trabajar. Su historia es singular. Nació en ciudad Alemán, Tamaulipas el 22 de enero de 1922. Los que saben de astrología dirán que los nacidos bajo la influencia del signo Capricornio poseen ese indeclinable deseo de persistir en cada proyecto. El animal astrológico de los nacidos en ese signo es la cabra. Y la cabra usted lo sabe, es terca, persistente, empecinada. Don Canuto venía impregnado por "nacencia", por ese carácter indómito. Escogió este hombre una actividad sui generis para ganarse la vida: Comerciaba con pescados. Iba por todos los ríos de Tamaulipas recolectándolos. Nada lo detuvo. Comerciaba el producto en cuanto río se encontró en Tamaulipas. Hacia 1954 –cuenta Fernán González gonzález, su hijo- desplazó sus actividades hacia los ríos Pánuco y Tamesí, en la región de Tampico. Ahí junto a su hermano Fidel, dedicaron sus mejores afanes para llevar pescado a la frontera, concretamente a su pueblo ciudad Alemán. Fueron tantas las veces que pasó por esa aduana llevando bagre hacia Estados Unidos, que una vez lo abordó un aduanero que le dijo. "Oiga, don Canuto, llevo mucho tiempo en esta aduana y he visto como usted acarrea y acarrea pescado". Don Canuto pensó que el aduanero quería –quizá- algún "entre", como se acostumbra en todas las aduanas de México. Cauteloso le dijo que sí, que su pescado lo vendía a Glen Starnes, dueño de una empacadora de pescado en Texas. "Yo le sugiero, don Canuto –dijo el aduanero, de apellido Ficachi- que si quiere usted realmente ser un exportador importante, se vaya a buscar el producto a mi tierra. Yo soy de Tabasco, de Huimanguillo, precisamente. Le aseguro que va usted a encontrar el bagre como usted nunca lo va a encontrar. En mi tierra –siguió parloteando Ficachi- al bagre, o "bobo", como le llamamos, nadie le hace caso, pocos lo comen"… Don Canuto no echó en saco roto la sugerencia del aduanero tabasqueño, por el contrario, unos días más tarde se metió a su vieja camioneta Ford de tres toneladas, recorrió los 2 mil 160 kilómetros que separan su pueblo de Tabasco y tras cuatro o cinco días de viaje, llegó a Villahermosa –como le dije antes- un Día de la Candelaria del año 1961. Durante cuatro meses durmió en la incómoda cabina de su vieja camioneta soportando no solo el intensísimo calor sino también las horrendas lluvias de principios de año y oleadas impresionantes de mosquitos. Persistió y persistió hasta que –finalmente- pudo llevar pescado a Estados Unidos. Pero batalló con un problema de logística: Para transportar su pescado, necesitaba hielo en cantidades muy importantes. El Tabasco de aquellas épocas era un pueblo muy limitado. Sólo había una pequeña fábrica –"Hielo Tabasco"- propiedad de una conocida familia, los Zurita. Desde 1961 hasta 1967, don Canuto sufrió en verdad la falta de ese producto. Ello le obligó a producirlo. Entre 1967 y 1968 hizo una pequeña fábrica –"La Victoria"- con la que pudo por fin transportar pescado tabasqueño hacia Estados Unidos. Un buen día –sin embargo- Glen Starnes, su fiel comprador en Texas, fue obligado por las autoridades sanitarias de su país a dejar de importar el pescado de don Canuto para favorecer a empresas norteamericanas. Ahí terminó su trabajo de exportador. "La Victoria" sin embargo empezó a expander sus actividades comerciales, ya generando riqueza y empleos como empresa tabasqueña. Ese es el valor agregado que don Canuto González Ramírez heredó a Tabasco. Ya retirado de los negocios, regresó a ciudad Alemán, su tierra, dejando a su hijo Fernán al frente de la pequeña empresa. Un malhadado 24 de diciembre del año 2007, don Canuto falleció lamentablemente a los 86 años de edad. Aún lo disfrutaron unas horas sus hijos que llegaron a pasar la navidad con él. Ha sido la peor navidad que ha pasado la familia González González, confiesa su hijo Fernán. Pero queda ahí para siempre la leyenda de un guerrero toda voluntad y reciedumbre, que nació en una tierra inhóspita a la que domeñó no solo con las manos sino también con inteligencia. En el viejo camposanto de ciudad Alemán, en una tumba cualquiera, descansa para siempre un durísimo luchador solitario: don Canuto González Ramírez…

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