jueves, 17 de febrero de 2011

Cayuco: Enrique Muñoz González / Columna / Feb 17

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)

La guerra de los pasteles

“La idiotez es una enfermedad
extraordinaria, no es el enfermo
el que sufre por ella, sino los demás”
Voltaire

cayuco7@hotmail.com
enriquemunoz@rumbonuevo.com.mx

Una nueva tensión diplomática aqueja a Méjico, ahora con el gobierno francés y la realización de un evento de envergadura cultural, comercial y turística: El Año de Méjico en Francia.

El conflicto diplomático se desató cuando el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, manifestó que el evento cultural sería dedicado a Florence Cassez, condenada en Méjico por el delito de secuestro, a lo que el país reaccionó cancelando su participación.

El gobierno de Sarkozy ha defendido el derecho de Cassez para purgar su pena en Francia, algo que Méjico ha rechazado. La ciudadana francesa perdió el amparo de la justicia federal y fue condenada a más de medio siglo de prisión.

Aquí la historia, para quienes no conozcan como se engancha Francia con cualquier estupidez o más bien el pretexto para una guerra.

La guerra de los pasteles fue el primer conflicto bélico entre Méjico y Francia, y formalmente tuvo lugar entre el 16 de abril de 1838 y el 9 de marzo de 1839.

Las primeras décadas de la historia Independiente de Méjico, fueron de anarquía y desorden en los aspectos económico, político y demográfico.

La inestabilidad del país se reflejaba en todos los órdenes de la sociedad, y en particular en las fronteras la migración ilegal y el contrabando eran comunes por la falta de vigilancia.

A partir de la consumación de la Independencia en 1821, los franceses, que profesaban la misma religión, y además pertenecían a una cultura que influía grandemente en la mejicana, pudieron radicar en el país, consagrándose al comercio, la pequeña industria, el artesanado e ingresando en el ejército nacional.

En 1827, se había celebrado un convenio con Francia bajo el nombre de "Declaraciones Provisionales", que sentaban las bases para el futuro arreglo de las relaciones entre ambos países.

La colonia francesa era próspera y bien vista cuando Francia reconoció en 1830 la Independencia y en el momento en que se firmaron los acuerdos comerciales de 1831 y 1832, que otorgaron a la nación francesa y sus ciudadanos el tratamiento de nación más favorecida.

Las rebeliones y asonadas ocurridas en las primeras décadas afectaron tanto a los mejicanos y extranjeros, al igual que los préstamos forzosos que el gobierno impuso a la población para salir de sus apuros económicos.

De esos hechos, y a través del barón Deffaudis, embajador francés, los comerciantes franceses avecinados en Méjico enviaron una serie de reclamaciones, que fueron recibidas en Paris con alarma.

Entre estas reclamaciones, se encontraba la del señor Remontel, dueño de un restaurante de Tacubaya, donde algunos oficiales del presidente Santa Anna en 1832 se habían comido unos pasteles sin pagar la cuenta, por lo cual exigía ser indemnizado. Ese fue el motivo porqué el pueblo mejicano identificara a esta guerra con Francia con el nombre de "Guerra de los Pasteles".

Deffaudis, en un comunicado a su gobierno le indicaba que había que actuar con energía.

Al responder el Ministro de Relaciones a las reclamaciones francesas y no estar de acuerdo. En consecuencia Deffaudis, pidió sus pasaportes y abandonó Méjico, y regresó a Francia, para volver en marzo acompañado de diez barcos de guerra que apoyaban las reclamaciones de su gobierno.

Como el gobierno de Anastasio Bustamante se negaba a tratar con Deffaudis mientras hubiera fuerzas navales francesas frente a Veracruz, el comandante de éstas, almirante Bazoche, declaró bloqueados todos los puertos del Golfo, incautó las naves mercantes mejicanas, comenzando un bloqueo que duraría ocho meses, desde el 16 de abril de 1838 que se rompieron las relaciones.

Al ver que Méjico no cedía ante la presión, Francia envió en octubre veinte barcos más, bajo el mando del contra almirante Charles Baudin y se reunió en Jalapa con el ministro de relaciones interiores y exteriores de Méjico don Luis G. Cuevas, quien se negó a exceptuar a los franceses de préstamos forzosos y de ventajas comerciales. Aceptó pagar la indemnización de seiscientos mil pesos.

Retirado desde su regreso de Estados Unidos, Santa Anna observó los movimientos de la escuadra enemiga y decide actuar.

Se entrevistó con Rincón y ante la grave situación aceptó el consejo de los oficiales de rendir fortaleza. Los franceses obligaron a Rincón a reducir la guarnición de Veracruz a mil hombres, a recibir a los expedicionarios e indemnizarlos.

El Congreso desautorizó a Rincón y nombró a Santa Anna defensor de Veracruz. Éste llamó a Mariano Arista, quien fue hecho prisionero al ser sorprendidos por los franceses, mientras Santa Anna logra escapar.

La Piragua


La intervención de Santa Anna en la defensa de Veracruz le sirvió para recuperar su prestigio, lo que capitalizó muy bien, habiendo logrado que lo propusieran para ocupar la presidencia, en tanto Bustamante salía a combatir un alzamiento federalista en Tampico.

Esta guerra no impidió que Francia siguiera ejerciendo gran influencia en el desarrollo cultural de Méjico. (Tomado del buscador de sitios)

Premio Nacional y Estatal de Periodismo. Conductor de TVT Noticias. Columnista del Diario de la Tarde y Rumbo Nuevo. Director del Semanario Razones. twitter@cayuco1957.

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