miércoles, 19 de enero de 2011

Transparencia Política: Erwin Macario Rodríguez / Columna / Ene 19

(Publicado en el Diario Rumbo Nuevo)

El obispo XIII

También el nuevo obispo Gerardo de Jesús
conocerá y deberá tomar en cuenta que muchas
de estas sectas de reciente creación han sido promovidas
por la misma coordinación de Asuntos Religiosos…
Ignacio Rodríguez Ceballos 100111/ Real Politik

erwinmacario@hotmail.com
erwinmacario@rumbonuevo.com.mx

Con fama de duro, de extrema derecha, —político mas que sus tres antecesores; Rafael García González, Florencio Olvera y Benjamín Castillo Plascencia—, arriba hoy a Tabasco y será ungido como el obispo número XIII de la Diócesis tabasqueña, monseñor Gerardo de Jesús Rojas López.

Será su primer encuentro físico con esta entidad del sureste mexicano, que ha conocido en las reuniones de su iglesia, al través de sus obispos y ha imaginado en el escudo que ha diseñado para su trabajo pastoral.

Tal vez no conozca bien la historia del catolicismo en Tabasco. Lo irá aprendiendo.

Sabrá que en la Revolución Mexicana, desde el inicio hasta el gobierno de Obregón, en la jerarquía eclesial tabasqueña destaca el VI obispo Pascual Díaz Barreto, que cantó su primera misa con tal investidura religiosa el 11 de febrero de 1923, en la parroquia de San Cosme y llegó a Villahermosa el miércoles 28 de febrero de 1923 a bordo del vapor Sánchez Mármol, según el sitio cibernético de la Diócesis tabasqueña.
Díaz Barreto, sufrió la persecución religiosa que en Tabasco mantuvo Tomás Garrido. También conoció los crímenes políticos, en Frontera, contra Quintín Arauz y su hermano Fernando, acusados de socialistas y espías de Garrido y el 10 de mayo de 1924 abandonó su diócesis a la que no regresó y en cambio actuó como intermediario entre el Vaticano y las autoridades mexicanas y con el delegado apostólico Ruiz y Flores se entrevistó, en 1929, con el presidente Emilio Portes Gil “para llegar a un acuerdo sobre la cuestión religiosa”, según el historial del obispado tabasqueño citado por este columnista en textos tareas para la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Chihuahua, entidad federativa de donde nos viene el nuevo prelado.

Antes del obispo Pascual Díaz Barreto, que como queda escrito llega a Tabasco en 1923, en pleno gobierno de Tomás Garrido, ocuparon el obispado tabasqueño don Antonio Hernández y Rodríguez (quinto obispo, inmediato antecesor de Díaz Barreto) y, al principio de la etapa que cubre este texto Francisco María Campos y Ángeles (tercer obispo de Tabasco) y Leonardo Castellanos y Castellanos (IV obispo).

Don Antonio Hernández y Rodríguez, V obispo de Tabasco, sufrió como aquel o quizás más que aquel, la persecución religiosa. La versión oficial de la Iglesia señala que “Hernández y Rodríguez, fue un obispo sufrido y perseguido en tiempos de la revolución. Ejerció su ministerio por muy poco tiempo, en medio de las incertidumbres revolucionarias de esos años. Habiendo llegado a San Juan Bautista en mayo de l913; lo sorprendió en julio del siguiente año, la rebelión carrancista de fuertes rasgos anticlericales y fue amenazado, humillado y vejado. De septiembre de 1914 a marzo de 1921 permaneció en Córdoba, Veracruz y posteriormente en Michoacán. Regresó a Tabasco a mediados de 1921, pero en julio de 1922 renunció a su diócesis, muriendo en el estado de Guerrero en 1926”.

Campos y Ángeles ocupó la diócesis del 7 de marzo de 1897 al 2 de octubre de 1907, por lo que puede considerarse no forma parte del periodo conocido como de la Revolución Mexicana, que arranca en 1910.
El IV obispo, Leonardo Castellanos, considerado un santo, el Santo Castellanos, vivió al frente de la diócesis de Tabasco los comienzos de la Revolución. Su obispado empezó el 22 de marzo de 1908 y terminó el 19 de mayo de 1912, según la historia que la propia Iglesia católica tabasqueña difunde en su portal.

También deberá enterarse que Tomás Garrido intentó constituir en Tabasco la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, que era apoyada por el presidente Calles en la figura del sacerdote José Joaquín Pérez Budar. Para ello nombró a su “obispo rojo” en la figura del padre Manuel González Punaro, quien dirigió la diócesis en ausencia de monseñor Pascual Díaz Barreto.

En Tabasco no habían curas. “Ya habían abandonado el estado los canónigos Guerrero y Conde… sólo permaneció en territorio tabasqueño el padre Macario Aguado, perdido en las rancherías de Mezcalapa”, afirma el historiador Carlos R. Martínez Assad.

El padre Macario, cura de leyenda, se volvió también novela en la pluma de Graham Green, El poder y la gloria. Pero no era un religioso que solamente anduviera escondiéndose en los pueblos tabasqueños, sino que era un activista en la defensa de su religión.

Lado Claro


Con el nuevo obispo vale la pena escudriñar la historia y avizorar el porvenir de la iglesia católica en Tabasco. También rescatar textos inéditos como el que hoy se aprovecha. Digo.

Periodista. Premios: Radio Chapultepec, Club Primera Plana (35 y 40 años), Premio México de Periodismo, el Premio Estatal 1991 y el Rumbo Nuevo 2010. Ha publicado Periodismo y utopía, Vocabulario tabasqueño (en colectivo) y el prólogo de La última ruta de Cuauhtémoc, de Humberto Muñoz Ortiz www.erwinmacario.blogspot.com

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