domingo, 28 de noviembre de 2010

Doble Filo: Homero T. Calderón / Columna / Nov 28

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

Si no fuera por el "Herradura" La vida de este reportero es sencillamente rica. Tres cosas le pegan duro: El tequila "Herradura", los libros y esos especímenes hermosos que son las mujeres. Al contrario de lo que dijo la Décima musa, su servidor diría: "Mujeres necias que acusáis/ a los varones sin razón,/ sin ver que sois la ocasión,/ de lo mismo que juzgáis"//. Ya sin nada en su contra, las he amado hasta el delirio. Tuve una mujer de puerto, Carmen Alfaro. Me casé con ella en Coatzacoalcos. En aquel tiempo pensaba que un matrimonio hacía la mitad de una conquista. Fue aquella una hermosa lid amatoria hasta que la vena de la pasión se agotó. Sin embargo, mi espíritu egoísta la siguió por muchos meses. Mi paranoia machista la imaginaba en muchos brazos. Finalmente, la corrí de mi vida. Sin embargo, su amor me emparentó con un poeta al que no había dedicado (En aquel tiempo) más que alguna somera lectura: Pablo Neruda. Su Poema XX me acercó a ella, a Carmen, la mujer que yo amaba en aquel tiempo: "Puedo escribir los versos/ más tristes esta noche.// Escribir, por ejemplo:/ "La noche está estrellada,/ y tiritan, azules, los astros,/ a lo lejos"(…) Aunque este sea el último dolor/ que ella me causa, y estos sean/ los últimos versos que yo le escribo"//… NOTABENE: Con la anterior crónica, envío a mi lectora de Jalapa, la respetada dama que es doña María Eugenia Cortés de Zurita, mi anticipada disculpa porque –se que lo ha comentado con sus amigas- que ya no quiere verme ni en pintura porque siempre embadurno mis escritos con mis tonteras del pasado. Mil perdones, doña Maru… FIESTAS DEL CENTENARIO Hago un somero periplo por las fiestas del centenario de la revolución de 1910. De esas fiestas que muchas veces celebré a lo largo de mi vida cada 20 de noviembre, a partir de mi llegada a la secundaria –en mi queridísima y ya muy vieja ESMAC- en ciudad Mante, Tamaulipas. Que felices recuerdos de aquellas épocas. Nos preparábamos bajo las celosas miradas de los profesores Justino Rivera, un prefecto amoroso pero muy disciplinado y del único profesor de educación física que daba batería a las diez primarias del Mante y nuestra secundaria: don Adolfo Pérez Acosta. Era –no se si viva aún- el más perfecto ejemplo de lo que es un profesor de deportes. Cuerpo perfecto y flexible con su 1.82 de estatura, siempre llevaba su infaltable silbato al cuello e iba impecablemente vestido. Hoy veo a los profesores de Tabasco que dan educación física: panzones, mal vestidos y "cheleros". ¿Cómo podríamos en Tabasco tener niños y jóvenes sanos con estos profesores? Regreso al Mante. Cada 20 de noviembre sorprendíamos a la ciudad con las más vistosas tablas gimnásticas, las mejores coreografías militares y luego venía tras de nosotros el más vistoso desfile de carros alegóricos con los "cuadros" de actores disponibles de la ciudad escenificando diálogos entre héroes de nuestra revolución. La vida sin embargo me metió a otra revolución, la de los años. He visto como lastimosamente la ética y la moral han quedado muy, pero muy atrás de lo que un padre de familia de aquellos tiempos hubiera querido para sus hijos. Tengo una suerte sin embargo: Toña mi mujer y mis hijos, siguen aún compartiendo conmigo -cuando menos dos veces al día- el pobre yantar que les puede proporcionar el sueldo de un modesto periodista. Permea en el calor de mi casa (Su casa, querido lector) el amor familiar, el amor patrio, el amor por México y el impecable Tequila "Herradura". ¿Qué más puedo pedir a la vida? Que mis hijos sean igual de felices que éste su padre y servidor. Pero esto no se reflejó en la celebración de las Fiestas del Centenario que –lamentablemente- hoy fueron sólo simples comparsas de cartón y mentiras. En la ciudad de México, si no fuera por la ayuda que da la cibernética, no se que hubiera pasado, porque ya también se nos olvidó cómo se hace y se organiza una manifestación de amor por México. A que triste situación hemos llegado…

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