No lo ha detenido ni el agua
"En 2007 yo vivía en la manga, todo se fue al agua, ya no teníamos de dónde sacar para comer, pero aquí seguimos gracias a Dios": Don Cecilio Romero Guzmán. (Foto: El Heraldo de Tabasco)
Ejemplo de fuerza de voluntad
Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco
10 de octubre de 2010
MarIa Albert Hernandez
Villahermosa, Tabasco.- Desde los 15 años Don Sergio Cecilio Romero Guzmán se ha dedicado a vender especias y objetos para la cocina en las comunidades del municipio de Centro, en donde no lo ha detenido ni el agua, aunque en los últimos años su venta apenas y le alcanza para vivir.
"Yo soy poblano", indicó el hombre que hace 35 años llegó a Tabasco para iniciar su pequeño negocio, con el que hasta la fecha se ha podido sostener el mismo, como a su esposa y su hija.
Las inundaciones y los malos tiempos no han lacerado su ánimo, su costumbre no ha cambiado, todos los días se levanta a las 6 de la mañana para iniciar su trayecto a bordo de una bicicleta en la que recorrerá las localidades durante todo el día.
Sin embargo, el trabajo a veces no da frutos, o como dice el pequeño hombre que entrecierra los ojos frente a un sol de mediodía "no jala como antes", porque hay días en que la venta deja 50 ó 100 pesos, una cosa de nada.
El trajín es cada vez más duro, las zonas anegadas, su ruta principal, lo obligan a mojarse hasta la rodilla, empujar su bicicleta kilómetros enteros, buscando un alguien que necesite tomillo, hojas de laurel, orégano para la comida o uno de esas cosas que "quiensabecomosellaman" que las amas de casa buscan desesperadas.
Pero cuando las tiendas cierran, las casas se deshabitan, los inquilinos contemplan absortos la quietud del agua que no se marcha, no existen personas que deseen comprar nada. "A veces no me quedo con nada".
Villahermosa, Tabasco.- Desde los 15 años Don Sergio Cecilio Romero Guzmán se ha dedicado a vender especias y objetos para la cocina en las comunidades del municipio de Centro, en donde no lo ha detenido ni el agua, aunque en los últimos años su venta apenas y le alcanza para vivir.
"Yo soy poblano", indicó el hombre que hace 35 años llegó a Tabasco para iniciar su pequeño negocio, con el que hasta la fecha se ha podido sostener el mismo, como a su esposa y su hija.
Las inundaciones y los malos tiempos no han lacerado su ánimo, su costumbre no ha cambiado, todos los días se levanta a las 6 de la mañana para iniciar su trayecto a bordo de una bicicleta en la que recorrerá las localidades durante todo el día.
Sin embargo, el trabajo a veces no da frutos, o como dice el pequeño hombre que entrecierra los ojos frente a un sol de mediodía "no jala como antes", porque hay días en que la venta deja 50 ó 100 pesos, una cosa de nada.
El trajín es cada vez más duro, las zonas anegadas, su ruta principal, lo obligan a mojarse hasta la rodilla, empujar su bicicleta kilómetros enteros, buscando un alguien que necesite tomillo, hojas de laurel, orégano para la comida o uno de esas cosas que "quiensabecomosellaman" que las amas de casa buscan desesperadas.
Pero cuando las tiendas cierran, las casas se deshabitan, los inquilinos contemplan absortos la quietud del agua que no se marcha, no existen personas que deseen comprar nada. "A veces no me quedo con nada".
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