domingo, 3 de octubre de 2010

Sólo en Domingo: Francisco Peralta Burelo / Columna / Oct 03

(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

fcoperalta42@hotmail.com

Hace algunos meses escribí para los lectores de “Sólo en domingo” de “Tabasco Hoy” sobre personajes pintorescos del Comalcalco de los cincuenta del siglo pasado tuve el gusto de conocer y que dieron identidad popular a toda una época.

Me referí a varios de ellos. Ni a todos, por supuesto, aunque sí, creo yo, a los más conocidos por los comalquenses. Al tío Moncho Lutzow, que acuñó la frase “todo está correcto”, tan citable por tantas personas, a Bechicho, que trinaba rítmicamente todos los dedos de sus manos y que con gran ingenio construía epigramas ingeniosos y picantes (a él lo recordé fraseando a gran velocidad sus “imbérbido, incoloro, inodoro, insípido” y una gran cantidad de palabras que empezaban con i con a o con otras letras).

Aludí a Tayo Gil, aquel que cuereaba una escoba por unas monedas y por otras más representaba una escena en la que hacía llorar a ésta por la tunda que le pegaba con su cinturón (acto que con el tiempo tomaría Betito…va usted a creer que ya se me olvido su apellido… lo que hacía solamente ante sus cuates y, eso así, con tres o cuatro “margaritas” encima). A Guamelula, un taxista de gran corazón que al conducir su vehículo de Paraíso a Comalcalco dio varias machingüepas por evitar a una mulita que se le atravesó en el camino, librando la vida de pura suerte pero sufriendo daños mayores su vehículo. “Pero no la maté”, respondía éste en defensa propia cada vez que alguien lo molestaba con eso.

Cité a la tía Paquita, guapa mujer comalcalquense que por escoger tanto no encontró novio ni marido, por lo que ingresó a las filas de las quedadas. “Pues no te pongas tan exigente; no sea que te vaya a pasar como a la tía Paquita”, se recomendaba a aquellas que estando en edad de merecer no encontraban partido. A Lupe Rodríguez, el famoso “compa boludo”, con uno de los lenguajes más floridos y que gustaba blasfemar, pero que tuvo una conversión casi milagrosa y terminó siendo uno de los más bien portados y de los más bien hablados.

Recordé a Don Neto Murillo, el hombre más rico del pueblo, según el imaginario popular (y con varias hijas muy guapas, entre ellas Reyna, con un cuerpo que lucía en todo su esplendor cuando entallaba uno de esos vestidos de medio paso). También a don amador Valenzuela, dueño de tantas propiedades –de acuerdo a lo que se decía— que ya ni sabía cuántas eran y en dónde estaban ubicadas, tanto así que circulo el cuento de que un día llego a un rancho que le gustó tanto que dijo: “lo quiero comprar, ¿Quién es el dueño?”, a lo que el encargado le contestó: “usted”.

También aludí a Carlos Granier Gaguer, al que como eran “tan malo” de chamaco trabaron el “pataejudas”. Este era tan bueno para darse de piñazos que una día su abuelito Manuel le compró dos pares de guantas para que se diera sus entre en plena calle Juárez con el que fuera, mientras él presenciaba, desde la comodidad de un sillón que sacaba a la banqueta de su casa, las funciones de box. Igualmente mencioné que llegó el momento en que nadie quería fajarse con él porque sabía que se iba a llevar su tunda. “Tinga” Ruiz era de mayor edad y peso que Carlos, pero como no había otro que quisiera enfrentárselo le lanzó el reto. Este aceptó, solo para superarlo ampliamente, con lo que don Manuel, muy enojado, se levantó de su mecedora, lo tomó por una oreja, lo regaño y lo metió a su casa.

Claro que no me olvidé de don Canduchito, uno de los personajes más celebres y pintorescos de aquel Comalcalco. El era un modesto barbero que vivía allá por donde el pueblo terminaba entonces y al que nunca se le veía ni en la calle ni en ninguna parte, pero que un día más que otro fue común verlo, de tarde en tarde, caminar por toda la calle Juárez hasta el parque, portando sombrero, bien arregladito, con paso firme y seguro. Se supo entonces quién era y se dijo que se carteaba con Elsa Aguirre, con la que sostenía un romance epistolar. Pronto su nombre y sus amoríos eran la comidilla y se volvía el galán de moda, con sus cerca de cincuenta años de edad encima. Las muchachas lo saludaban, lo coqueteaban, le tiraban besos, etcétera. Se le rebautizó con el “Alikán del Ducho”, se acuño el término “canducho”, también el “no te acanduches”.

De don Canducho –o don canduchito—habría mucho que escribir. Claro, y de otros personajes. Algo de ellos escribí hace ya no sé ni cuánto tiempo. Pero la memoria mes es un poco infiel. No obstante espero que con esto le baste a mi paisano y amigo Carlos Arturo Ferrer Galguera, a quien agradezco su mail y la petición de pergeñar algo sobre estos personajes, Las Bailonas y algunas otras cosas de ese Comalcalco que afortunadamente no se ha ido del todo, o del que todavía queda algo.

PD. Un saludo cariñoso para Carla, Adela y Silvería guisanderas de altos vuelos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.