miércoles, 13 de octubre de 2010

Heraldo Político: Juan Ochoa Vidal / Columna / Oct 13

(Publicado en el Diario El Heraldo de Tabasco)

Lo que ya no se puede hacer

En días posteriores a la gran inundación de 2007, César Funoy no dejaba de comunicarles a sus allegados una interesante plática en la que había participado junto con Francisco Peralta y el grupo de amigos que habitualmente se reúnen para desayunar.

¿Acaso se fueron al agua los ricos antiguos de Villahermosa?, se planteó. No los que hicieron dinero en las últimas décadas, ni los que llegaron de otras partes del país, sino quienes han vivido aquí por generaciones. La pregunta es aplicable también para los ricos de Comalcalco, Tenosique, etcétera.

La respuesta, por lo que respecta a la capital del estado, por ejemplo, es simple: en zonas altas, como las colonias Atasta, Tamulté y Primero de Mayo. No en fraccionamientos de exclusividad como el Campestre, o ahora los ubicados cerca del nuevo Parque Tabasco. Y tampoco en el centro de la ciudad.

¿Dónde se ubica la Quinta Grijalva? En terrenos altos. ¿Dónde estaban los antiguos aeropuertos? El campo de la Compañía Tabasqueña de Aviación existía en la parte más alta de la colonia Primero de Mayo, en tanto que el aeropuerto más reciente cedió su espacio a la única parte segura de Tabasco 2000.

La Zona Militar siempre ha estado en una parte segura. Palacio de Gobierno, aunque cerca del río, ocupó siempre una colina que incluso es militarmente estratégica.

David Gustavo Gutiérrez Ruiz, quizá el tabasqueño más rico, construyó su residencia enfrente de la Ciudad Deportiva, en terrenos que hace más de siete décadas adquirió su suegro Matías León Vidal, cuando nadie más pensó que la mancha urbana se extendería hacia esa zona inhóspita pero, evidentemente, alta.

Fue el tío Matías quien donó los terrenos donde se edificó la Ciudad Deportiva, así como la actual Escuela Secundaria Técnica 1. En 2007, esa parte de la ciudad se convirtió en el centro de operaciones de la flota de helicópteros que rescató a muchísima gente, al igual que en albergue, base para la recepción de pesados camiones que trajeron alimentos, ropa y medicamentos, y también para que se reanudara el servicio de transporte foráneo.

Y David Gustavo, el hombre que pudo haber sido gobernador en 1982, sabe lo que dice cuando alerta sobre la inconveniencia de continuar construyendo edificios públicos y viviendas en zonas bajas.

En días pasados señaló que el nuevo Centro de Convenciones no debe levantarse en las inmediaciones del nuevo Parque Tabasco. Ayer le dijo Héctor López Peralta que se equivoca. Imposible olvidar que todavía al mediodía del 30 de octubre de 2007, alrededor de mil personas habían sido albergadas en una de las inmensas naves que sirven de recinto ferial.

Debieron ser reubicadas de urgencia, en una bodega propiedad de Rodolfo Campos que se ubica en Periférico, cerca de Plaza san Luis, porque sólo unas horas más tarde las aguas alcanzaron un nivel de dos metros allá.

El viejo Hospital Juan Graham fue edificado en 1938, en una zona a prueba de la peor inundación, cuando las grandes crecientes eran recurrentes cada año, al punto de que la única comunicación posible con el centro del país -y también entre varios municipios- era por barco, a través de Frontera, Coatzacoalcos y Veracruz, o por avión.

Durante el sexenio de Manuel Andrade se le reubicó en una zona que hasta hace poco menos de cuarenta años permanecía bajo el agua gran parte del año. Hoy, la única manera de poner a salvo en definitiva los carísimos equipos que posee ese hospital de alta especialidad, es que se le reubique de nuevo.

Previamente, Leandro Rovirosa, el experto hidráulico que participó en el diseño y construcción del sistema hidráulico del Alto Grijalva, olvidó o quiso olvidar expresiones tan propias de él, como aquella de que "las aguas tienen memoria".

Creó Tabasco 2000. Inició, a través del Instituto de Vivienda, el reparto de lotes en la ranchería Miguel Hidalgo, al igual que en muchas otras partes bajas, particularmente Casablanca, Las Gaviotas y La Manga. El sabía que la infraestructura de control de aguas había quedado inconclusa y no hizo el mínimo esfuerzo para que se terminaran.

Finalmente se cumplió otra expresión muy frecuente en boca del ingeniero: "Las obras se hacen pensando en que duren 30 años". Así fue: esas obras sirvieron de algo entre finales de los ochentas y 2007. Pero no más.

Hoy, la problemática de las zonas bajas habitadas es sumamente compleja. Para impedir que en los próximos años se continúen teniendo cien mil, doscientos mil damnificados por las lluvias sumadas a los sustos que nos dan las presas, los reciclamientos naturales y para colmo el cambio climático, se tendría qué reubicar quizá al ochenta por ciento de la población. No sólo de Villahermosa, sino de todo el estado.

Entonces, hay que hacer lo que se pueda, con las limitaciones que se tienen. Pero sí será un buen comienzo, como advierte David Gustavo, si se deja de construir en zonas bajas.

¿Sabe usted que el libramiento de Villahermosa, diseñado y construido bajo la tutela de la administración federal, será susceptible de igualmente quedar bajo el agua uno o dos meses cada año? Algo así sucedió con lo que respecta a la autopista Acayucan-La Tinaja.

La ciudad de Nueva Orleans -siempre bajo amenaza del Mississippi y de huracanes- está rodeada por larguísimos tramos carreteros que son continuos, interminables puentes. Cuesta dinero hacer algo así, pero sí se puede.

Por otra parte, como advirtió la semana pasada el científico Jorge Goñi, "si no comenzamos a atender la reorganización y la readministración de las cuencas altas de parte de Chiapas y Veracruz, no frenaremos las embestidas de agua que sufren los tabasqueños en esta zona".

Juan_ochoa45@hotmail.com

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