LA UNAM Y EL FUTURO DE LA NACIÓN
El futuro promisorio de cualquier nación del mundo esta fincado en la educación que los gobiernos brinden a su niñez y juventud. Al cumplir los primeros 100 años de vida de mi alma mater, la UNAM, vemos al paso del tiempo, la importancia que ésta noble institución educativa ha tenido al formar en distintas disciplinas, a miles de mexicanos que han hecho posible que nuestro país tenga viabilidad política y económica, a pesar de los pesares.
Las autoridades de los tres poderes de la Unión deberán entender que llegó la hora, -por la importancia que tiene-, no solo para la UNAM sino para el país, que ésta estratégica institución académica sea autosustentable para ejercer todas sus actividades con plena autonomía política y económica.
Es hora de que los rectores de las universidades públicas de todo el país, dejen de mendigar anualmente sus presupuestos al gobierno federal, como es el caso de los 25 mil 654 millones de pesos de presupuesto que el rector José Narro ha solicitado para la UNAM en el periodo 2011. Entregárselo, es el mejor homenaje que se le puede hacer a nuestra máxima casa de estudios.
Sin embargo, los universitarios no debemos pecar de optimistas, no esperemos peras de los olmos. No podemos esperar que profesionistas que no han surgido de aulas públicas, y que además han sido seriamente cuestionados en el ejercicio de sus encomiendas, por haber surgido de procesos electorales totalmente fraudulentos, vayan a preocuparse por el futuro de nuestra alma mater, aunque en ello le vaya mucho al futuro de la nación.
Bien lo dijo nuestro rector el pasado martes 21 de septiembre, cuando aseguró que la UNAM se levanta como un nuevo puente entre el México del siglo XX y el del porvenir, por eso es importante evitar que al sector de la enseñanza se le impongan los criterios mercantilistas.
La UNAM es un espejo de la sociedad. La educación en México tiene grandes enemigos, como la pobreza, la desigualdad, la exclusión, el dogmatismo, el autoritarismo, la inseguridad, la falta de innovación, el debilitamiento de los valores cívicos. Afortunadamente para todos esos males hay remedio, cuando se invierte en educación, ciencia y cultura.
La voz del rector de la UNAM José Narro siempre es un referente importante en nuestro país, no olvidemos que en el mes de octubre de 2008 propuso replantear el modelo económico del país. Además ha advertido que la modernidad no se ha traducido en mejores condiciones para los excluidos de siempre. También en agosto pasado advirtió que en nuestro país hay siete millones de jóvenes “ninis”, que obligan a instrumentar nuevas políticas públicas apegadas a nuestra realidad en el sector educativo del país.
Los universitarios no nos vamos con la finta, cuando escuchamos la afirmación eufórica de Calderón de que nunca más ningún gobernante o poder público debe intervenir en la libre vida de la UNAM, expresando su absoluto respeto a la autonomía universitaria.
No podemos confiarnos de políticos que aunque griten eufóricamente “goyas” en los eventos conmemorativos de la UNAM, todos los días de su mandato han trabajado en la defensa de intereses personales o de grupos, sobretodo trasnacionales. No puede uno confiar en que cambien las cosas, si los promotores del cambio son funcionarios que idolatran el libre mercado y castigan los presupuestos de las universidades públicas en todo el país, además de promover económicamente a las universidades privadas. Tienen mentes obtusas que no se han dado cuenta que ningún proyecto vale la pena si no sirve para mejorar las condiciones de vida de la población.
Qué orgullo para quienes hemos pasado por sus aulas, que la UNAM sea una de la mejores universidades del mundo. Demostrando con ello, que sigue siendo el gran baluarte cultural y científico de México, manteniendo vigentes los ideales del maestro Justo Sierra y de José Vasconcelos. Por mi raza seguirá hablando el espíritu.
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