viernes, 7 de mayo de 2010

Stress: Emery Hernández Marín / May 07

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(Publicado en el Semanario Jaguar)

Benito Juárez, un estadista, inigualable

Desde Colosio, los mexicanos siguen esperando


Dos grandes mexicanos, se recuerdan, cuyos nombres y legados, los ilumina el equinoccio y florecen con la primavera. Ellos son Benito Juárez García, y Luis Donaldo Colosio Murrieta. Dos personajes, con similar origen, distintas épocas, diferentes destinos y un mismo objetivo: reformar, transformar, a México desde su visión de estadistas.

En condiciones tan difíciles, tan carentes de epónimos, de prototipo a seguir, Juárez y Colosio se agigantan con el paso del tiempo. Sus ideales, sus pensamientos, su lucha están presentes. Son un referente, en la forma de hacer Nación, de practicar y hacer política en grande, de dejar legados para las próximas generaciones.

Los pensamientos, las reformas juaristas, siguen vigentes y son pilares que sostienen a este País y lo identifican a nivel internacional. Su forma de gobernar, sigue siendo ejemplo, al imponer un estilo de honradez, jamás igualado, mucho menos superado por los hombres que al paso de los siglos hasta la actualidad han llevado la banda presidencial. Un gobernante que le aportó, le dio, nada le quitó, ni aprovechó el poder para saquearle.

Ni aún después de la tan ansiada alternancia en el poder, cacareada como la panacea para salvar a los mexicanos de la corrupción y mal gobierno. El ideal de Benito Juárez, se extendía mas allá de intereses de partidos, de grupos, su lucha, no era por el poder, sino por hacer de México, una gran nación, un país con leyes que lo enmarcaran como un estado moderno donde prevaleciera la justicia y se enalteciera a la educación y la igualdad de los mexicanos.

Juárez llamado” El Benemérito de las Américas”, fue un igualable constructor y edificador del estado mexicano, de esta gran Nación, con sus leyes de reforma, con sus pensamientos, con su forma de vida, con su forma de hacer política y de gobernar. Fue un político congruente, en su forma de pensar, de vivir, en su quehacer como político, como jefe de Estado. Benito Juárez es uno de nuestros grandes epónimos.

El juarismo, en la vida pública, en el quehacer político, debe ser el arquetipo a seguir, a retomar, para enaltecerlas. Ese pensamiento liberal, habría de impulsar a las nuevas generaciones desde la educación primaria, para hacer el bien, para que prevalezca la justicia. En un País como el nuestro que ha sido socavado en sus cimientos por la deshonestidad, por la delincuencia organizada, donde se ha empuercado la forma de hacer política, y se ha devaluado el quehacer público de los hombres que gobiernan, se necesita volver los ojos a nuestros orígenes, a nuestros grandes valores y patriotas para retomar de ellos su ejemplo, su pensamiento, su valor, su congruencia y patriotismo.

Tenemos que admitir, que después de lo logrado por Benito Juárez, y nuestros héroes de la independencia en 1810 y los demócratas y revolucionarios de 1910, no tenemos a nadie de quien enorgullecernos, a excepción de otro gran demócrata, Luis Donaldo Colosio Murrieta, en 1994, con cuyos ideales de transformar y democratizar a nuestro País y acabar con la corrupción y la delincuencia organizada que ya asomaba su tremenda cabeza desde entonces, logró sacudir de nuevo al pueblo mexicano ante una nueva esperanza de cambio.

Desafortunadamente para México, cayó abatido por las balas y quedó truncado sus objetivos. En tanto, el pueblo sigue esperando, al nuevo Benito Juárez, al nuevo Luis Donaldo Colosio. Hombres, que no nacen por montón y por lo visto cada cien años, cada siglo.

Es triste, da pena, echar una mirada, y no encontrar entre la clase política a un Juarista, a un Colosista. Estamos carentes de esos ejemplares políticos, que tanto requiere este País, para volver a reformarlo, a transformarlo para bien de todos. La patria necesita a sus mejores, a su mejor hijo, para que la rescate de la ignominia en que se encuentra, que la vuelva a ser una nación habitable, donde campee la seguridad, la paz social, la bonanza. Que la haga de nuevo una patria orgullosa, que nadie le conozca por tener a los hijos mas corruptos del orbe, o por no ser digna de ser visitada y mucho menos que se vaya quedando vacía porque ya no es habitable.

Pero, en la espera, no nos confundamos. No caigamos en el error de confundirlo, con los falsos redentores, o iluminados, con los que dicen una cosa y hacen otra, con los que prometen mucho y no cumplen. Se dicen Juaristas, Colosistas, en el discurso y son unos farsantes. Mucho mas bajo su nombre, han llegado al poder y son mas de lo mismo. Diógenes Laercio, con su lámpara, está buscándolo, él quiere encontrar a ese mexicano, justo, con gran visión de estado, con grandes ideales, para reconstruir a nuestra nación. Que le aporten, le den, le retribuyan, no que les quite, les robe sus riquezas, su patrimonio.

Dónde estarán esos hijos, México los apremia. Urge que le laven la cara, que lo defiendan de los saqueadores, de los artesanos del crimen. Porque como bien dijera nuestro poeta de América,” Carlos Pellicer, aunque vengas mañana, en tu ausencia de ayer, hemos perdido un reino” .

Las loas, los discursos, a los pies de nuestros patriotas, suenan vacíos, cuando no se predica con su ejemplo, cuando no se ponen en práctica sus pensamientos, su doctrina, sus legados. Juárez y Colosio, serán siempre modelo a seguir si buscamos y queremos transformar al País.

Esos son los héroes, los patriotas

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