jueves, 20 de mayo de 2010

Opinión: Francisco Peralta Burelo / May 20

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(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

¿Recuperará el PRI su vieja hegemonía?

Tras los resultados electorales de 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari ganó la Presidencia de la República de manera muy apretada y cuestionada y su partido perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, se predijo el fin de la hegemonía del PRI en el país.

Ya el PRI no sería el viejo partido hegemónico. Allí, supuestamente, llegaría a su fin un hegemonismo de más de medio siglo. Ahora a lo más que podría llegar es a mayoritario (ante las demás fuerzas políticas y camerales de la nación). No dejaban de haber, inclusive, quienes de plano adelantaran su inminente derrota definitiva y aún su desaparición en cosas de años.

Salinas de Gortari, en su afán de legitimar una Presidencia de la República cuestionada, no tuvo más que ceder gubernaturas --a través de aquellas famosas concertacesiones-- al PAN, con lo que el PRI perdió más terreno en la geografía política nacional. En las elecciones de 1994 volvió a arrollar en las urnas a sus adversarios partidistas, aunque el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León tuvo que entregar más gobiernos estatales a la oposición, incluida ahora a la representada por el PRD.

En 2000 se dio la derrota electoral de este partido. El PRI por primera vez perdió la Presidencia de la República. Seis años después volvería a perderla --otra vez ante el PAN--, quedando reducido a tercera fuerza electoral dentro del país y del Congreso de la Unión. Conservaría, no obstante, una veintena de gubernaturas, en las que se atrincheraría y desde las que buscaría reposicionarse en municipios importantes y en congresos locales.

En 2009, como se ha venido diciendo, estaba de vuelta. No era partido hegemónico, sino sólo mayoritario.

Retenía casi todas sus gubernaturas y recuperaría congresos locales y ayuntamientos; volvería a ser mayoría simple en la Cámara de Diputados Federal. No dejaría de haber quienes lo vieran con "medio cuerpo" en Los Pinos y ganando todas las elecciones gubernamentales, congresionales y municipales que se celebraran en 2010, empezando por las de Yucatán y recobrando la alcaldía de Mérida, cosa que sucedió.

Ahora podría hablarse del fin de la "deshegemonía" del PRI y de la recuperación de su hegemonía ante todas las fuerzas políticas del país. ¿Quién piensa en estos momentos en la "destrucción" y "desaparición" del viejo PRI, ese que tras casi setenta años en la Presidencia de la República se anquilosó en el poder y los mexicanos echaron de Los Pinos? Nadie pensaría eso, o si acaso muy pocos.

El PRI, se dice, está de regreso y va por todas la gubernaturas que se disputarán este año --y por las que se dirimirán en la urnas en el 2011-- y por la Presidencia de la República en el 2012. ¿A qué se debe esa resurrección tipo ave fénix? ¿A su capacidad de retorno o a la incapacidad del PAN (y del PRD) por mantenerlo fuera del poder presidencial?, ¿a la simpatía popular o la maquinaria electoral que conformaron los gobernadores?

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