jueves, 4 de marzo de 2010

Opinión: Francisco Peralta Burelo /Mar 04

Pan
(Publicado en el Diario Tabasco Hoy)

En el PRI, gobernador pone gobernador

En los tiempos del viejo presidencialismo priísta quien le puso al PRI sus candidatos fue el Presidente de la República. Nadie más que él (con muy contadas excepciones).

Ese derecho metaconstitucional --o metapartidista-- fue sólo suyo. Y ni quien se lo disputara. Cuándo un gobernador iba a poner al candidato de su partido al gobierno que él dejaría vacante; cuándo habría de dejar sucesor en la gubernatura.

Quien ponía al candidato a gobernador era el Presidente de la República. El gobernador en funciones de antemano sabía que no podría dejar sucesor, así como que tampoco influiría en la decisión presidencial, por lo que optaba por hacerse a un lado y no entrometerse en nada.

Gobernador no ponía gobernador (o hacía candidato del PRI a nadie para sucederlo). El jefe del ejecutivo local no intervenía en su propia sucesión, sabedor de que esos eran terrenos vedados para él, aun a costa de correr el riesgo de tenerle que entregar la gubernatura a un adversario político suyo y que podría escudriñarle sus cuentas y poner en evidencia sus manejos financieros y sus desaciertos políticos.

Eso, como se ha venido diciendo, impidió que en los tiempos del presidencialismo priísta se registraran cacicazgos en los estados (como habría sucedido en anteriores épocas) y permitió que cada seis años se alternaran corrientes internas y se reoxigenara la vida política.

Echado el PRI de la Presidencia de la República, no obstante, las cosas cambiaron en los estados gobernados por estas siglas.

Allí, a falta de un Presidente priísta, los gobernadores se asumierongrandes electores dentro de su entidad, ejerciendo ellos –sin que ni su partido ni la militancia se lo disputaran-- el derecho de escoger candidato y la obligación de hacerlo ganar la elección correspondiente con todo el apoyo del gobierno a su cargo.

A falta de Presidente el gobernador priísta ha venido poniendo candidato y de hecho designando sucesor en la gubernatura, de tal manera que hoy es él quien decide su propia sucesión y determina a quién le entrega el poder en su estado, respaldado, en acción concertada, por los gobernadores de las demás entidades priístas, queapoyan con estructura electoral y recursos para que su delfín compita en situación de ventaja ante los demás contendientes.

Actualmente los gobernadores priistas de Durango, Veracruz, Sinaloa, Puebla, Quintana Roo, Chihuahua, Oaxaca, y otras entidades más, como en los últimos años ha ocurrido en el país, tienen ya a sus delfines como candidatos del PRI a la gubernatura de su estado, a los que sin duda tratarán de hacer ganar a toda costa, con lo que de esta manera habrán designado no solamente al candidato del PRI sino a su propio sucesor, el que por deberle el cargo le cuidará las espaldas.

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